Menú
Local

Los candidatos se disputaron su credibilidad ante los españoles

José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy elevaron el tono. El segundo y definitivo debate fue duro, agresivo, lleno de interrupciones. Los dos candidatos trataron de cuestionar la credibilidad de su contrincante.

el 15 sep 2009 / 01:10 h.

TAGS:

C.W. / J. A. Sevilla

José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy elevaron el tono. El segundo y definitivo debate fue duro, agresivo, lleno de interrupciones. Los dos candidatos trataron de cuestionar la credibilidad de su contrincante. Abundaron las acusaciones de falsedades. El líder socialista salió airoso y logró defender su honestidad ante un crítico Rajoy.

Los sondeos realizados tras el debate volvieron a dar por ganador a Zapatero. Desde el comienzo -el acuerdo entre partidos le concedía el primer turno de palabra- trató de liderar el terreno de las propuestas de futuro. A su estrategia le respondía un Rajoy más agresivo que en el primer debate. Con constantes acusaciones, que pusieron en duda toda la legislatura. En cada bloque se jugaron su credibilidad a una baza, que les servía para llamar "mentiroso" al contrincante, aunque con cuidado de no entrar a reinterpretar datos como hace una semana. De hecho, el candidato socialista llegó con un libro con todos los informes que esgrimió, que luego difundió.

Zapatero se esforzó en mostrar una imagen dialogante y de consenso -aunque también se enredó en duros cruces de acusaciones- frente a un Rajoy que quiso transmitir firmeza. Su discurso se radicalizó en temas como la inmigración, cuando habló expresamente de "peligro y de amenaza", o la educación, cuando la ensalzó la "autoridad".

Los dos candidatos rompieron los corsés del primer debate. Fueron constantes las interrupciones. En el cierre, repitieron mensajes. El "buenas noches y buena suerte" se enfrentó a la "niña de Rajoy".

ECONOMÍA Y EMPLEO

Los dos candidatos se jugaron su credibilidad en materia económica a la primera pregunta que planteó Mariano Rajoy en el Congreso a Zapatero como presidente. El líder popular la puso sobre la mesa para demostrar que su preocupación por la economía ha existido siempre. El dirigente socialista, para confirmar que se ha centrado en otros temas hasta que empezó la campaña. En la pregunta se menciona el IVA y las pensiones, pero en un contexto de compromisos electorales y de financiación autonómica. Los matices dieron pie al primero de los intercambios de acusaciones de falsedades y mentiras que protagonizaron los dos contrincantes.

Este debate sobre la credibilidad sobrevoló sobre todo el enfrentamiento sobre uno de los temas centrales de esta campaña, la economía y el empleo, y ensombreció una confrontación en la que los dos candidatos trazaron modelos opuestos: Zapatero, más infraestructuras públicas, más control de los precios y un acuerdo con los sindicatos. Rajoy, sin embargo, apostó por una rebaja de los impuestos y medidas de contención del gasto público.

Pleno empleo. Zapatero quería escenificar su apuesta por un modelo público y socialista. Por eso comenzó con un compromiso de lograr el pleno empleo. Y lanzó constantes mensajes sobre la solidaridad: "Creo en la creación de riqueza y en su distribución. Usted -en referencia a Rajoy-, no". El candidato del PP trató de devolver la moneda y desarrollar una de sus líneas argumentales principales: tras el discurso de los socialistas, no hay hechos. "Los datos demuestran que la diferencia entre ricos y pobres es ahora mayor".

Pero tras las cifras macroeconómicas se encontraba la inflación y su incidencia en la bolsa de la compra. Los precios han subido. Pero se trataba de responsabilizar al adversario de permitir esta pérdida del poder adquisitivo. Si para Mariano Rajoy han subido la leche y el pan por encima de periodos anteriores, para Zapatero las patatas y los huevos crecieron más durante el mandato del PP.

Se trataba de contrarrestar dos visiones. La de una crisis - "no hay peor ciego que el que no quiere ver", dijo Rajoy-, frente a la de un periodo de inestabilidad que había que afrontar -"proponemos medidas constructivas frente a su catastrofismo", indicó el candidato del PSOE-. Y, de fondo, las acusaciones: "A usted, la economía le importa un bledo", cerró Zapatero.

POLÍTICAS SOCIALES

ATal y como ya ocurrió en el primer debate, Zapatero volvió a presumir de ser el presidente del Ejecutivo de las políticas sociales. "Mi Gobierno ha sido el primero que ha dedicado más de la mitad del presupuesto a políticas sociales, un presupuesto que ustedes no apoyaron", recalcó.

Y, uno por uno, recordó, una vez más, sus méritos: "Hemos desarrollado la Ley de Dependencia, hemos luchado por la igualdad entre hombres y mujeres con planes de empresa a empresa y con la promesa de crear 300.000 plazas de guardería de 0 a 3 años". "Nosotros impulsamos las políticas sociales y ustedes las frenan", concluyó. Pero su contundencia no logró convencer al líder popular, al que le "da la sensación de que no existían la educación ni la sanidad públicas antes de usted, señor Zapatero". Acto seguido, Rajoy volvió a los temas que han protagonizado su discurso en los dos debates. "La mayor amenaza para las políticas sociales son una mala política económica y una inmigración desordenada", sentenció.

Cuestión de fe. Ante una guerra de cifras sin cuartel, los contendientes no tuvieron más remedio que apelar a la credibilidad. "Señor Rajoy, su credibilidad es la misma que la que ha tenido en su interés por los precios", acusó uno. "Señor Zapatero, lo que usted dice no tiene nada que ver con lo que ha hecho", replicó el otro.

El líder del PSOE desgranó cómo su política migratoria ha estado basada en tres pilares, uno de los cuales ha sido hablar con los países de origen. "Hemos llegado a acuerdos con una decena de países africanos", aseguró. Pero Rajoy no le creyó: "¿Una decena son diez?", dijo con ironía el dirigente popular. Pero su rival hizo caso omiso al comentario y cambió de tercio para dedicarse a reivindicar lo positivo del fenómeno migratorio: "La mitad del crecimiento económico de España se debe a la inmigración y la cotización de los inmigrantes paga a un millón de pensionistas", alegó el presidente.

Mariano Rajoy seguía sin creerle ("es falso que haya firmado diez convenios", le reprochó). El socialista se empeñaba en enseñar su libro blanco, pero Rajoy se mostraba escéptico: "Sí, sí, ya sé que está ahí", dijo, más con sarcasmo que ironía esta vez. Y ante tal guerra de datos, creer a uno o a otro acabó siendo cuestión de fe.

(Sigue)

  • 1