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Los ciervos se alborotan

La finca El Berrocal de Almacén de la Plata vive estos días uno de los momentos más emocionantes de cada año: la berrea de los ciervos. Unos 800 machos y casi 2.000 hembras celebran el comienzo de la época de lluvias.

el 15 sep 2009 / 15:54 h.

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La finca El Berrocal de Almacén de la Plata vive estos días uno de los momentos más emocionantes de cada año: la berrea de los ciervos. Unos 800 machos y casi 2.000 hembras celebran el comienzo de la época de lluvias que dará como resultado, allá por mayo, una nueva camada de cervatillos.

Silencio. Todo el grupo de visitantes se para en seco, mira a lo lejos, entre encinas, alcornoques, romero, lavanda y jara, y prismáticos en mano se dispone a ver una cierva a un lado de la carretera. "A la derecha hay otra, y nos está mirando". El sonido de los pasos delata al grupo.

Apenas está comenzando el recorrido de dos kilómetros y medio por caminos de tierra, arriba y abajo, entre bosque mediterráneo y pequeños pastizales y vaguadas, para llegar al lugar idóneo donde poder ver a los ciervos. Es lo que ha traído hasta El Berrocal a una veintena larga de personas de todas las edades, desde mayores ya jubilados a niños de apenas ocho años -edad mínima- que viven con entusiasmo el paseo, y que tienen en común su gusto por disfrutar de la naturaleza y las ganas de dejar a un lado la vida diaria. Y desde luego que lo consiguen.

El programa de visitas Andalucía en sus parques naturales da la oportunidad de vivir de cerca toda la riqueza natural andaluza. Y para que sea completo es fundamental la presencia de los monitores -Conce, Raúl y Aaron, de Alma Natura- que al mismo tiempo que guían por los caminos, logran crear un clima de compañerismo, desde que bajo el primer árbol inician la presentación de los participantes y leen el decálogo del senderista, a cada una de las paradas de interpretación en las que dan cuenta de la vida de los ciervos, sus pautas de comportamiento a la hora de alimentarse, en la berrea, o en la muda de las cuernas, las plantas -árboles y arbustos que invitan a tocar- y aves que se pueden ver por el camino. "Eso es un buitre, mirad cómo planea siguiendo la corriente". "Lo que suena son carboneros". "Una huella de ciervo sobre la tierra mojada"?

La finca El Berrocal, propiedad de la Consejería de Medio Ambiente en pleno parque natural de la Sierra Norte, tiene 8.000 hectáreas y en ella están censados 800 ciervos y 2.000 ciervas, pero también hay jabalíes, y conejos,? Para llegar allí desde la entrada de la carretera a Almadén de la Plata son nueve kilómetros en los que hay que ir muy despacio, tanto por los badenes de troncos como por la posibilidad de ver los primeros ejemplares de ciervos.

olfato. Y tan imponente como lo que se puede ver y oír es cómo huele en el parque. En esta tierra arenisca las plantas aromáticas están en su terreno y el calor del sol de media tarde las hace derrochar todo su aroma. "Dan ganas de llevárselo guardado en un botecito", comentan.

Tras dos horas de camino se llega al punto principal, uno de los elegidos para divisar y oír a los ciervos -hay tres recorridos distintos en la finca-, al mismo tiempo que tiene lugar la puesta de sol bajo los montes. Sobre las rocas y en silencio durante unos 30 minutos, el grupo vuelve a coger sus prismáticos para ver, a un lado, a una hembra descarada que les devuelve la mirada, mientras que en el lado contrario, el macho se escucha próximo y algunos, incluso, han podido divisar su magnífica cuerna.

Anochece en El Berrocal cuando uno a uno va bajando con cuidado de las alturas para regresar a un camino que ha cambiado el calor de la ida por un cielo limpio, cuajado de estrellas "yo nunca había visto tantas", comenta Antonia, aficionada a las excursiones a la naturaleza junto a su marido Manuel. "Se marea uno de tanto mirar arriba". Pero es tan maravilloso.

Al final, de regreso al centro de visitantes y cogidos de la mano, todos van contando lo que han sentido, desde el pequeño Jorge, que no se ha perdido una, a Rafael, un veterano amante de la naturaleza de El Puerto de Santa María, que prefiere el monte al mar. Todos, sin excepción, reconocen que han disfrutado, que se sienten llenos tras haber vivido cuatro horas en plena naturaleza, disfrutándola con los cinco sentidos.

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