Cultura

'Los cuentos son estrechos y cortos, como calles antiguas'

El escritor Juan José Millás confesó en Sevilla que la idea de su última obra Los objetos nos llaman "surgió de un sueño, en el que veía los cuentos como calles antiguas del centro histórico de cualquier ciudad europea, cortos y estrechos. Era una pequeña Venecia llena de canales".

el 15 sep 2009 / 20:15 h.

El escritor Juan José Millás confesó en Sevilla que la idea de su última obra Los objetos nos llaman "surgió de un sueño, en el que veía los cuentos como calles antiguas del centro histórico de cualquier ciudad europea, cortos y estrechos. Era una pequeña Venecia llena de canales".

Juan José Millás es un maestro de la distancia corta. Estos cuentos son el complemento ideal para cualquier dieta literaria, el compañero de viaje perfecto. Guardan en común la escritura rápida y precisa, la sorpresa, el humor, la inquietud, ese toque onírico tan característico de la narrativa despierta del inigualable Juan José Millás.

Durante el encuentro mantenido con los periodistas, el ganador del Premio Nacional de Narrativa 2008 explicó que tuvo ese sueño hace ocho o diez años. "Fue un momento muy creativo para mí", describió Millás, que planteó la obra como un conjunto de cuentos con una atmósfera semejante al soñar "con un libro de cuentos que se articularan y se relacionaran entre sí como las calles en una ciudad medieval".

Millás describió sus sentimientos tras concebir que "era posible" llevar a cabo esa idea. "Los escritores al imaginar un libro tenemos un momento de exaltación, de euforia, luego llega el momento de enorme desazón, el momento de ponerse a escribir, te pones frente a tus limitaciones", explicó el también Premio Planeta 2007.

El libro, según el propio autor, se escribió durante unos ocho o diez años, porque "los cuentos tendrían que ir viniendo a su capricho, poco a poco". Pasado unos años miró a ver si estaba en la carpeta en la que los guardó "el libro soñado y así fue", aseveró. También, Millás enumeró las tareas que realizó para componer la obra definitiva "ordenar, limpiar los relatos que no añadían nada al conjunto y revisar para llevar hasta el límite la economía narrativa".

Millás declaró que la obra, un libro de breves cuentos mezclando ironía, pánico, en una atmósfera entre realista y onírica, le guardaba una sorpresa, ya que en el repaso del libro vio que éste tenía dos partes. La primera de ella, titulada 'Dos orígenes", narra historias de la infancia, juventud, relaciones con el colegio o con la familia; la segunda parte, 'La vida', "son cuentos adultos, los personajes son los que eran niños en la primera parte".

El escritor valenciano intentó que "en cada cuento hubiera un objeto fetiche, que si no fuera el protagonista del relato, tuviera mucha importancia en relación a los personajes", de ahí el título de la obra. El también periodista dijo que trabaja rodeado de objetos, aunque no es consciente de ser una persona fetiche.

"El modo de articulación de este libro, es un mecanismo de relojería", que, según describió, finalmente origina una novela. "Soñaba que fuera una novela secreta, que hubiera una novela oculta. Hay dos modelos de escribir un libro de cuentos, coser uno al lado del otro, pero ese modelo no me acaba de gustar. Le pido a los cuentos que se relacionen y hablen entre sí", añadió. Millás volvió a comparar el libro con una ciudad para aclarar la existencia de esa supuesta novela. "Los cuentos son la parte visible de la ciudad, pero al igual que existe una parte visible, hay un alcantarillado en una ciudad, igualmente aquí también existe, como una novela oculta".

Para el escritor, resulta tan "inquietante como iluminador" pensar en los objetos como entes que nos observan, porque las personas, dice, se reflejan en sus objetos y algo de su identidad queda en éstos, motivo por el cual "nos dan tanto respeto los objetos de los muertos, porque sólo les pertenecen a ellos".

Su deseo de que en 'Los objetos nos llaman' (Seix Barral) pesaran a partes iguales la paradoja y la ironía se ve cumplido con creces, así como la unidad narrativa del conjunto, que muestra una especie de laberinto en el que el lector se introduce bajo la sorpresa de un final sorprendente.

La visión del mundo de Juan José Millás aparece a través de la abuela muerta, que llama al nieto mientras está en el tanatorio, una madre que reniega de su hijo ante sus amistades, un padre que hace absurdas predicciones o el secuestrador de un avión que pide que le den el Nobel de Química porque sus padres tienen una droguería y finalmente se contenta con el Nobel de la Paz.

En toda escritura, dice el autor, hay siempre elementos autobiográficos "más o menos elaborados" que, a la hora de darles forma, sufren un proceso de metamorfosis "mayor o menor", proceso a partir del cual surge, en la primera parte del libro, una madre "muy dependiente, absoluta y fuerte; una madre de la que cuesta mucho desprenderse".

Muchos de los relatos muestran al Millás preocupado por "las otras dimensiones", aquellas que forman parte de la realidad pero que no vemos porque, quizás, "no nos interesa ver", como las que habitan los fantasmas.

"Estamos llenos de fantasmas; forman parte de nuestra realidad psíquica", asegura el escritor, quien reclama también el sueño como otra dimensión de la realidad "en la que pasamos buena parte de nuestra vida".

ENTRE LOS SUEÑOS Y EL ENSUEÑO

Para Juan José Millás, si te relacionas bien con los sueños "te enseñan mucho", y mucho más todavía se aprende del estado de "ensueño", a medio camino entre la vigilia y la realidad, aunque profundizar en el mismo requiere "un esfuerzo permanente" que pocas personas están dispuestas a hacer, según el autor, porque exige mirar "hacia dónde nadie te ha pedido que mires".

Ironizar sobre la muerte es un modo de "coquetear" con ella, un fenómeno que aunque no le agobia, sí le interesa por el hecho de que vaya ligada a algo tan contrapuesto como la vida, aunque este capítulo no lo une a la existencia de "otras dimensiones", ya que, asegura, "no creo que haya vida más allá de la muerte".

Su último libro refleja también la fascinación de sus personajes y de sí mismo "por el universo verbal", un mundo del que "jamás pensé que viviría" y al que le ha llevado la vida y, sobre todo, su habilidad con las palabras.

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