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"Los duendes han hecho más mal que bien al mundo flamenco"

Flamencólogo y compositor. Profesor en el Conservatorio Cristóbal de Morales, lleva años dedicado al estudio de lo jondo, género que pretende limpiar de antiguos tópicos

el 13 ene 2012 / 20:04 h.

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David Hurtado posa para la entrevista.

Ser sobrino del mítico Juanito Valderrama marca una huella indeleble. Pero David Hurtado, en lugar de tirar por el camino fácil, lo ha hecho por uno lleno de curvas. Como la Real Academia, este flamencólogo, pianista y compositor se ha empeñado en limpiar, fijar y dar esplendor al arte flamenco. ¿Cómo? Desnudándolo de embrujo, despejándolo de tipismos, y honrándolo como un género musical de primer nivel. En el estudio La llave de la música flamenca, él y su hermano Antonio, sacaron a la luz los orígenes remotos del género. Por el camino, imparte clases en el Conservatorio Cristóbal de Morales y se labra un nombre como compositor de marchas procesionales.

-Tiene un currículum de gran flamenco pero, cuidado, el mundo de la Semana Santa quiere apropiarse de usted...

-Tiene gracia eso, especialmente porque la parcela menos importante de mi dedicación es la de compositor de marchas procesionales. Aunque sí, me ha hecho mucho más "famoso". Sin embargo lo que me motiva desde pequeño es el flamenco, lo llevo, como comprenderá, en el ADN.

-¿Le han mirado por encima del hombro en el ámbito académico por estudiar lo jondo?

-Tengo colegas que menosprecian mi interés musical y científico por el flamenco. Algunos creen, directamente, que estudiarlo es perder el tiempo. Por fortuna los alumnos, por ser gente joven, son muchos más abiertos y me piden siempre que, en clase de armonía, les enseñe cosas.
-Ahora que el flamenco es Patrimonio de la Humanidad... ¿ya está al fin donde se merece?
-No. Queda mucho por hacer. El flamenco no ha entrado de manera seria en los planes de estudio. Es muy triste que en Andalucía únicamente pueda estudiarse en el Conservatorio de Córdoba cuando debería de estar presente en todos. Es más, tendría que ser una asignatura obligatoria en primaria y secundaria.

-¿No va usted un poco lejos?

-Para nada. Estamos hablando de algo que forma parte de nuestra cultura. Tenemos que dignificarlo. Todavía existe gente que sigue identificando flamenco con marginalidad, con una copita de whisky y una bandeja con rayitas de coca. La imagen tribal del flamenco es propia de finales del siglo XIX, una estampa que García Lorca contribuyó a fijar. No tiene nada que ver con aquello, es un género musical como otro cualquiera, con sus luces y sombras.


-Nadie le negará que habla con conocimiento de causa...
-¡Desde luego! Mi tío, Juanito Valderrama, era un artista encima del escenario y un señor fuera de él. No se diferenciaba de un tenor de ópera. Y para salir a actuar lo único que tomaba era un vaso de agua con un limón exprimido.


-Usted critica que muchas manifestaciones artísticas aspiran a ‘sonar flamenco'... ¿En qué se equivocan?
-En que en la mayoría de las ocasiones el resultado no tiene nada que ver con lo jondo. El flamenco es un idioma que está cristalizado desde finales del siglo XIX y tiene una serie de elementos claves: armonía, acento rítmico y forma de interpretar.


-Lo que hace Mauricio Sotelo con Arcángel mezclando música contemporánea y flamenco, ¿qué es a su juicio?
-Música de vanguardia, reconocible y respetable. Pero no es flamenco porque en lugar de un cantante utilice un cantaor. Otra cosa muy distinta es lo que hacían Falla y Turina.

-En otra clave, ¿qué opinión le merecen las excursiones a la antigüedad? Fahmi Alqhai y su grupo Accademia del Piacere están volcados ahora mismo en conectar lo jondo con la música antigua..


-El proyecto en sí me parece muy interesante, pero es un plagio. Un plagio del trabajo que realicé con mi hermano, La llave de la música flamenca, y que publicamos en la editorial Signatura en 2009. En el libro aportamos un disco para demostrar que nuestra tesis era cierta y que la huella de lo jondo se extiende desde el siglo XVII hasta la Niña de los Peines. En su momento propusimos a Fahmi Alqhai que interviniera en nuestro proyecto, pero declinó la invitación. Nos ha dolido mucho que ahora él y su grupo retomen nuestro estudio sin ni siquiera citarnos. Él vende que esta conexión -flamenco/música antigua- es la primera vez que se defiende, y eso chorrea sangre. Su espectáculo, Las idas y las vueltas, está fusilado nota por nota de nuestra investigación.


-También anda peleado con los duendes, a los que no tiene en demasiada estima...
-El flamenco es un género musical como cualquier otro, tiene una importante parte técnica, se puede codificar y transmitir. Pero también posee una parte emotiva. Los flamencos tradicionales creen que ese aspecto emotivo, que ellos llaman duende, es exclusivo. ¡Como si acaso Chopin o Beethoven no tuvieran duende! Por eso pienso que los duendes han hecho más mal que bien al flamenco, provocándole un atraso muy grande. Hoy día una persona de Sidney debería poder estudiar cualquier palo flamenco sin necesidad de cruzar el planeta y plantarse en Jerez de la Frontera.


-¿Nunca intentó huir de esa huella genética, por aquello de matar al padre?
-No intenté resistirme. El flamenco es para mí una música natural, corre por mis venas. Mi última obra, Variaciones Armstrong, para violín y banda, no tenía nada que ver con lo jondo. Pero a última hora no pude resistirme y una de las variaciones decidí transformarla en una seguidilla.


-¿Cómo valora la idea, que de vez en cuando deslizan algunos, de hacer de la Bienal de Flamenco un encuentro anual?
-Me produce serias dudas cada vez que escucho eso. Los espectáculo de la Bienal suelen ser flor de un día, el hecho de hacer del certamen una cita anual aumentaría aún más las posibilidades de enterrar los estrenos inmediatamente después que estos se han producido.


-En el ámbito de la música de Semana Santa su nombre cada vez cobra más presencia.¿Qué tiene que pasar para que una marcha se estrene, se popularice y suene tras un paso?

-La fórmula mágica no la conocemos ninguno. El gran problema que existe es el ingente número de marchas que se hacen.En la época de Font de Anta no se escribía tanto y se componían 50 al año. Hoy cualquiera compone gracias a los medios informáticos y... así pasa.

-De toda su obra, De Profundis, es su hit parade. Cuéntenos...

-Estoy muy orgulloso de esa composición. Es un hito en mi catálogo. Desde el punto de vista técnico componerla fue todo un reto. Es una partitura de inspiración jonda, cada uno de sus movimientos era un palo flamenco estricto. La grabamos en el estudio de Marvizón y fue un éxito.

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