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Los embalses quitan ya en Sevilla el cartel de prealerta por sequía

El consumo de la capital, donde ha llovido en mes y medio tanto como en el último año, y su área metropolitana está asegurado para un trienio largo.

el 18 nov 2012 / 20:55 h.

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En la imagen del pasado sábado, un campo en las cercanías de Gerena inundado de agua.

A finales de septiembre, los agricultores miraban al cielo ante el temor de un año más de dura sequía y los responsables de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) miraban de reojo a unos embalses entre los que proliferaba el amarillo, color con el que advierten del estado de prealerta, primer aviso de que el agua escasea, se agota -después vendría la alerta y la emergencia-.

Hoy, en cambio, tras las últimas e intensas lluvias, la normalidad se ha generalizado entre los pantanos de la provincia sevillana, en especial en los que abastecen a la capital hispalense y toda su área metropolitana.

En efecto, a primeros de octubre pasado, siete de los doce pantanos claves para Sevilla -diez ubicados en esta provincia y dos en la onubense- se encontraban a menos de la mitad de su capacidad, con los de Cala y Torre del Águila con los peores niveles, el 8% para este último, un porcentaje que indicaba que sus recursos hídricos no se podían utilizar por cuanto se adscribían al denominado caudal residual o ecológico -es un mínimo que nunca se desembalsa por el fango acumulado y para impedir la muerte de la fauna-.

El último parte de la CHG, del sábado pasado a última hora de la tarde, indica que, salvo el de Torre del Águila, radicado en la localidad de Utrera, regulador de las aguas del río Salado de Morón y aún en estado de emergencia -dícese de la incapacidad al atender la demanda para un año de abastecimiento urbano o de riego, o de ambos-, todos superan ya el 50%, aunque todavía cabría hablar de prealerta para los embalses de La Puebla de Cazalla y Cala, cuyos niveles se encuentran actualmente en el 51% en ambos casos, aunque sumando.

Mientras, los que porcentualmente más agua acumulan son los de Zufre (85,13%) y Minilla (77,91%). En el primer caso, se trata de una cota que vaticina prontos desembalses si persisten las lluvias, medida de precaución ante las precipitaciones que se esperan para lo que queda de otoño y todo el invierno. En cuanto al resto de presas, la de José Torán está al 59,4%, la del Pintado, al 62,85%, la de Melonares, al 69,2%, la de Aracena, al 58,24%, la de El Gergal, al 59,92%, la de Torre del Águila, al 18%, y, por último, la del Agrio suma un 53,49%.

Son cuatro los pantanos que abastecen a Sevilla capital y área metropolitana: Minilla, Zufre, El Gergal y Aracena. Habría que unir un quinto, el de Melonares, construido y medio lleno pero con las obras de las conducciones recién iniciadas, y en caso de emergencia en el abastecimiento se agregarían recursos hídricos del Huesna. Con los actuales 290 hectómetros cúbicos que almacenan sólo los cuatro primeros, el suministro para la zona -en torno a los 115 hectómetros cúbicos anuales- estaría garantizado durante casi un trienio, más otro año largo al inyectar las aguas de Melonares. Si restamos los caudales ecológicos, la garantía ronda los tres años y medio.

En estos momentos, la media aproximada de la cuenca del río Guadalquivir es del 67%, con el denominado sistema de regulación general -por así decirlo, el tronco principal de la red de embalses cuyos recursos se destinan principalmente a la agricultura de regadío- al 69%, niveles al alza no sólo por las actuales lluvias, sino también por las escorrentías de las intensas precipitaciones que se suceden desde hace un mes.

No en vano, el año hidrológico que se iniciara el 1 de octubre pasado está corrigiendo con holgura el déficit hídrico del pasado, cuando la situación era de evidente sequía. De las 44 estaciones para el control de la cuenca del Guadalquivir a su paso por Sevilla provincia que maneja la CHG -buena parte coincide con pantanos y presas-, la mitad supera los 200 litros por metro cuadrado en este mes y medio, rozándose los 300 en la Minilla y el Huesna.

En el caso de Sevilla capital, en los últimos 45 días han caído 268 litros por metro cuadrado, casi cuatro veces más que en el mismo periodo del ejercicio pasado y casi el triple al compararse con las medias históricas. Es más, según las estadísticas de la Consejería andaluza de Agricultura, en apenas mes y medio del nuevo año hidrológico ya se habrían superado los 240 litros por metro cuadrado caídos en la capital hispalense el pasado ejercicio, cuando la estimación del déficit se situaba en unos 330 -la media teórica asignada es del 539,5-.

Sólo hay que darse una vuelta por el tramo semimuerto del Guadalquivir a lo largo del paseo Juan Carlos I para comprobar cómo las orillas han aumentado de nivel, eliminando, pues, los malos olores del pasado verano, o por el caudal vivo con sus aguas turbias para comprobar las bondades de las últimas lluvias.

Y el campo. Qué verdad es eso de que nunca llueve a gusto de todos. Aunque la tierra está ya más que preparada para sembrar los cereales de invierno -a saber, principalmente trigo, cebada y avena-, la abundancia de agua está retrasando las labores en los campos sevillanos, donde los agricultores aguardan ahora a que se sequen para poder echar las simientes. Si no se espera, el exceso de humedad no asegura la germinación, y eso implicaría pérdidas económicas. No obstante, habría margen para el cultivo cerealista hasta mediados de diciembre.

Los técnicos de la Consejería de Agricultura, asimismo, apuntan a que está paralizada la recolecta del algodón. Así, las cosechadoras no pueden entrar a recogerlo y la producción mojada, además de pesar una infinidad, no es aceptada por la industria desmotadora. De hecho, a mayor humedad, menos cotización (precio) del algodón. No son precisamente pocas las fincas que combinan este cultivo y el de la remolacha azucarera, de ahí que la siembra de esta última también se esté demorando.

En terreno negativo, asimismo, las dificultades para la recogida de las naranjas, que en estos momentos alcanza sus mejores precios y en unos días se generaliza. En cambio, las lluvias podrían mejorar algo los penosos datos del primer aforo oficial de la campaña del aceite de oliva -habla de un descenso de la producción andaluza del 53% con respecto al promedio del último lustro, siendo ese porcentaje del 22% para la provincia de Sevilla-, al facilitar que la aceituna engorde e incremente su rendimiento graso.

Y satisfechos en general."En general, estas últimas lluvias han sido muy positivas para el conjunto de la agricultura y muy importantes para la ganadería, porque esta situación garantiza pastos en el presente y en el futuro inmediato, y esperamos que siga lloviendo. Eso sí, todo se beneficia menos el algodón, porque todavía existe buena parte sin recolectar", según dice Agustín Rodríguez, secretario regional de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA).

En efecto, entre las grandes beneficiadas, la ganadería, puesto que regresarán las hierbas y pastos a las fincas y, en especial, a las dehesas, reduciendo la necesidad de cebar a los animales con piensos, que cada vez están más caros, indican las reiteradas quejas de los productores. Para la montanera, en cambio, poco cabe esperar, dado que la cantidad de bellota ha quedado seriamente reducida por la sequía. Por tanto, un ejercicio más de crisis para el mermado cerdo ibérico de bellota, que suma un cuatrienio en pérdidas.

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