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Los milagros de la Puerta Carmona

el 16 sep 2009 / 01:04 h.

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Son las diez de la mañana. Faltan cinco horas para que salga la cofradía y frente a la puerta comienzan a situarse los primeros cofrades, devotos fieles de "la salida más difícil de la Semana Santa". Lorena presume de haber sido la primera, y como ella llevan ya bastante tiempo Alejandro, que también viene cada año, y Álvaro, para que el que ésta es su primera vez y "la he cambiado por San Benito porque todo el mundo me dice que es la mejor". También Marta y Fanny, que por la noche volverán para verla entrar "que es aún más bonita".

En la puerta intenta poner orden Enrique, un hermano con unos 50 años de antigüedad en San Esteban y que hasta comienzos de los ochenta salía de costalero, y de ello presume, al mismo tiempo que trata de dirigir la bulla que ya no cabe por la Puerta Carmona para que den la vuelta por Caballerizas, sobre todo los nazarenos.

Por ese paso imposible, la Policía Nacional tiene que hacerle paso a la banda de la cruz de guía, Amor de Cristo, cuyos músicos elevan sobre las cabezas los instrumentos, menos algunos tambores que no pierden el compás pese a los empujones.

Las puertas se abren y pocos minutos después es el pregonero, Enrique Henares, el que da el último golpe de llamador para que el misterio se levante y comience a encaminarse hasta la puerta. El sol le da en la cara y lentamente sobre los pies se va alejando hacia la plaza de Pilatos el Señor de la Salud y Buen Viaje, una de las imágenes más antiguas de la Semana Santa sevillana.

Desde ese momento y hasta que los primeros varales de la Virgen de los Desamparados asomen nadie aleja los ojos de la puerta de ojiva. A tierra, hundido, el paso va sorteando por parejas de varales la imposible puerta de piedra y se le encoge el corazón a cada una de las miles de personas allí presentes.

Ya en la calle, el cielo de malla deja ver la belleza de la Virgen y refleja en las pequeñas rosas, entre blanco y vainilla, los rayos de sol, y con la marcha Virgen de la Victoria se aleja de su casa. Cuando regrese encontrará a muchos de los que la han visto salir. Y muchos más, si caben.

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