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«Los pueblos árabes nunca van a olvidar lo que EEUU hizo en Irak»

En 1996, este politólogo francés desarrolló junto a Edgar Morin su concepto de políticas de civilización, que podría convertirse en contenido efectivo de la propuesta de la ONU de una Alianza de Civilizaciones.

el 15 sep 2009 / 03:06 h.

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En 1996, este politólogo francés desarrolló junto a Edgar Morin su concepto de políticas de civilización, que podría convertirse en contenido efectivo de la propuesta de la ONU de una Alianza de Civilizaciones.

-¿En qué consiste su propuesta de políticas de civilización?

-Es una política de reconstitución del vínculo social, que implica la solidaridad en un mundo globalizado, la defensa del medio ambiente y la ciudadanía plena para hombres y mujeres. Tiene como objetivo aportar respuestas democráticas, tolerantes y solidarias a una globalización que crea desigualdades, exclusiones y favorece el desprecio a la minoría.

-¿Es sólo una reflexión, o algo aplicable a la práctica?

-No es un discurso abstracto, la política de civilización es de aplicación concreta. Es una especificación de la Alianza de Civilizaciones, aunque personalmente no comparto todos los postulados de dicha alianza. No se trata únicamente de diálogo entre religiones, sino de la construcción de un vínculo social secularizado, laico.

-¿Qué puede hacer España para favorecer ese vínculo?

-Cuando el Gobierno español decidió retirarse de Irak ya puso sobre la mesa esa idea de Alianza de Civilizaciones. Las políticas impulsadas por Zapatero y Moratinos en este sentido han sido positivas. Los españoles han dicho: "Bueno, más allá de las relaciones de fuerza hay valores comunes que debemos defender frente a quienes abogan por el enfrentamiento y la guerra de culturas". Lo más importante que puede hacer un país es llevar a cabo políticas de ciudadanía, condición sine qua non para lograr la cohesión social. En una palabra, consiste en otorgar los mismos derechos y deberes a todos los ciudadanos.

-¿Tenemos también campo de acción a nivel internacional?

-Las políticas de solidaridad a nivel internacional son otro de los pilares de la política de civilización. No tendremos una situación de seguridad a nivel mundial si seguimos con este mundo dividido entre unos que cada vez son más fuertes y otros cada vez más débiles. La inseguridad proviene, fundamentalmente, primero y antes que todo, de la inseguridad social y la pobreza, que generan violencia. Para África, por ejemplo, hay que plantear planes de desarrollo que estabilicen a las poblaciones y eviten los flujos migratorios.

-¿Sería más fructífero invertir esfuerzos en los países de origen que en evitar que entren?

-Por supuesto. La problemática europea es muy instrumental. Europa considera que esos flujos son buenos cuando necesita a esta gente y malos cuando no la necesita. Más vale acoger a los inmigrantes, formarlos y flexibilizar la circulación. No son una amenaza, vienen porque hay trabajo.

-¿Qué papel tiene EEUU en la Alianza de Civilizaciones?

-Hace falta una política internacional basada en la lucha por un mundo multilateral, no en la dominación de un país sobre el resto del mundo. Los norteamericanos violaron el derecho internacional en Irak y el precio ha sido muy alto: más de un millón de civiles muertos, una tragedia. Nunca los pueblos árabes van a olvidar lo que EEUU hizo en Irak. Los dirigentes son una cosa, pero los pueblos son otra. Basta con hablar con la gente de la calle para verlo.

-¿Choca la idea de cohesión con el actual sistema económico?

-Hay que civilizar también el sistema financiero internacional. Nadie sabe exactamente dónde está el dinero, cómo funciona, de dónde viene... Además, hay que controlar el papel del dólar. No puede seguir destrozando toda política coherente a nivel mundial. En Europa tenemos el euro, que nos solidariza.

-¿Es la Alianza de Civilizaciones una esperanza para Oriente Próximo?

-Es la única solución. El foro en el que el Gobierno español planteó el problema hace unos meses no fue una casualidad. Miguel Ángel Moratinos conoce perfectamente la situación allí. Parece un conflicto religioso, de judíos contra musulmanes, y no es así. Es un problema jurídico y político. Mi opinión es que la mayoría de los israelíes y palestinos quieren la paz. La sociedad civil israelí es extraordinariamente agitada, abierta e intelectualmente viva.

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