Las Cigarreras es una cofradía de lo más clásico que, debido a sus características, está enclavada en un lugar que parece extraño a priori. Pero no es así. Su lugar está en los Remedios, donde reside desde hace décadas, y más concretamente en la capilla de la Fábrica de Tabacos, espacio del que la hermandad espera conseguir la titularidad en el menor tiempo posible.
En el patio al que se entra desde Juan Sebastián Elcano, son muchos los vecinos que disfrutan de este Jueves Santo que reluce más que el sol, sobre todo si el astro rey se refleja en el canasto del paso de misterio. Mientras el moderno chino de las sillas antecede al clásico vendedor de almendras tostadas, una familia discute sobre el tiempo que lleva el romano agachado en la delantera del paso. Ocho años van ya desde que Navarro Arteaga le diera un sentido aún mayor a esta escena que se presentó con mucho gusto. Las vestimentas y los cepillos negros le daban un aspecto aún más dramático al escenario. Aún dentro del patio, la banda de cornetas de la hermandad interpretó Al Nazareno de Triana. Una marcha distinta, casi de banda sinfónica. Una composición que sabe a Cigarreras.
Poco después, con la maestría que la experiencia le da a Manolo Villanueva, el exquisito paso de palio tomaba las calles a los sones de un repertorio cuidadísimo por su banda de Música. Con Virgen de la Victoria, composición que sigue el esquema del himno nacional, el paso más castellano de Sevilla, abandona camino de Asunción la Fábrica de Tabacos. El lugar en la que está la que debe ser su capilla. El sitio de las Cigarreras.
