Tres días después de que la Virgen del Rocío quedara en su ermita tras una intensa madrugada de Pentecostés, los romeros de la capital menos los de Sevilla Sur que lo hicieron el miércoles regresaron ayer con el cansancio propio del camino pero con las vivencias como mejor recompensa.
La hermandad de la Macarena fue una de las primeras en pisar la ciudad a primera hora de la tarde. En su retorno hasta el Arco cruzó buena parte del Centro, con parada obligada ante el convento de Santa Ángela de la Cruz. Le siguieron los peregrinos del Cerro del Águila, que se mostraban satisfechos después de haber inaugurado una nueva senda por Coria del Río; y los de Sevilla-El Salvador, a los que han acompañado la hermandad no filial del Viso del Alcor y la asociación de Antequera. Los rocieros más veteranos de la capital, los de Triana, volvieron de las arenas por la calle Castilla. Allí le esperó el barrio para abrazar al Simpecado que atesora 200 años de devoción. Llegó la hora de pensar en El Rocío de 2014.
