La idea era tan fantástica como comercial: publicar las aventuras de los más famosos personajes de la Marvel bajo un nuevo sello editorial y desde el comienzo, permitiendo así a los nuevos lectores acercarse a Spider-man, los X-Men o Los cuatro fantásticos sin el pesado lastre que suponía la continuidad de décadas de ejemplares.
Nacía así el Universo Ultimate, un experimento de La casa de las ideas al que pronto se le vieron sus tremendos problemas: como concepto tenía su innegable atractivo, pero como herramienta para potenciar la atracción de nuevos marvel-adictos quedaba en entredicho más allá de su primer año. Quizás es por ello que de todo lo que Marvel ha ido publicando desde su creación en el 2000, lo que perdura en la memoria de los aficionados, no sólo como una de sus mejores series, sino como unos de los mejores productos que ha salido en muchos años de sus oficinas son estos Ultimates.
Producto directo de la mentalidad post 11-S, los Ultimates no dejan de ser una versión hiperrealista y con un fuerte carácter cinematográfico del grupo que de una manera u otra definió los primeros años de la nueva era Marvel allá a principios de la década de los sesenta. Puestos en las manos de Millar (uno de los mejores guionistas en el panorama actual del mercado editorial de los superhéroes), poco queda de las historias de Kirby y Lee, los padres de la Marvel clásica, en las vibrantes y magistrales páginas de lo que el escritor vino a llamar como la "primera temporada" de la serie, acentuando así aún más su carácter contemporáneo.
En las páginas de este cómic widescreen (término cinematográfico que aplicado a los tebeos da idea de su vocación épica) Millar, junto a un Bryan Hitch pletórico de formas que cuaja páginas de auténtico infarto, desarrolla la formación de un grupo de superhéroes a cargo del gobierno en el que encontramos a un Capitán América mucho menos contenido que el original, a un Iron Man más locuaz y tridimensional que el del universo tradicional y a un Thor que supone el mejor descubrimiento de una alineación que deberá enfrentarse a una invasión extraterrestre a gran escala que quiere acabar con la vida en el sistema solar. Edita Panini en un volumen en cartoné de 368 páginas por 34,95 euros.
MÁS CÓMICS
Gus vol. 3: Ernest
Guión: Christophe blain
Dibujo: christophe blain
Editorial: norma
Álbum Cartoné. 92 páginas. 17 euros.
Si los dos primeros volúmenes de Gus editados por Norma suponían una elocuente disertación aviñetada acerca del amor mediante la que Cristophe Blain nos hablaba del más hermoso de los sentimientos humanos usando como trasfondo las aventuras de varios bandidos en el Oeste americano, la aproximación a este tercer volumen de la serie no se aleja para nada de los dos anteriores.Blain continúa con Ernest narrando las andanzas de Gus, remontándose aquí a los orígenes del bandido para explicar a los que ya estamos enganchados con el personaje, algunos episodios de su pasado siempre desde la óptica del carácter obsesivo y excéntrico de sus personajes cuando éstos son presa de un repentino enamoramiento. Con su vibrante y personal trazo, de gran expresividad, la narrativa de Blain habla por sí sola en todas y cada una de las páginas del tomo, concretando una lectura apasionante (y apasionada) que deja con ganas de más... de mucho más.
Nosotros las bestias
Guión: Abel Ippólito
Dibujo: Abel Ippólito
Editorial: Edicions de Ponent
Libro rústica. 172 páginas. 16 euros.
Presentado en los X Encuentros del Cómic y la Ilustración de Sevilla, Nosotros las bestias es una muestra más de los estupendos trabajos que los autores nacionales son capaces de realizar. En el caso de Abel Ippólito, artista afincado en la capital hispalense, este volumen no es más que el un nuevo escalón en una carrera que, desde la modestia y de forma silente, se ha venido desarrollando desde finales de los ochenta. Con claras deudas visuales y argumentales al manga al que tanto debe (Ippólito estuvo becado por una de las más potentes editoriales japonesas) el volumen que ahora edita Edicions de Ponent es un acercamiento al dolor por la pérdida de un ser querido, y las dificultades que el protagonista tiene para superarlas, realizando el autor una precisa caracterización del personaje principal (casi siempre en detrimento de los secundarios, más estereotipados) en una historia que atrapa de forma desigual en su desarrollo, una falla que el autor sabe subsanar con una afinada conclusión .
