Cultura

Lucía Lacarra: "El público vive nuestra fantasía desde el minuto uno"

Bailarina solista del Ballet de la Ópera de Múnich, pisó por vez primera la Sevilla de la Expo’92 cuando todavía era una promesa en alza. Esta semana, ya plenamente consagrada en todo el mundo, regresa para protagonizar esta noche el mítico cuento danzado de ‘La bella durmiente’ en el Teatro Maestranza.

el 10 ene 2011 / 20:16 h.

La bailarina Lucía Lacarra protagoniza ‘La bella durmiente’ en el Teatro Maestranza.

-A grandes rasgos, ¿qué definiría la producción de La bella durmiente que trae a Sevilla el Ballet de la Ópera de Múnich?

-Es un montaje muy hermoso en el que se ha optado por no añadir ninguna innovación y ser fiel a la coreografía original y mítica de Marius Petipá. Recrea muy bien la atmósfera antigua del ballet clásico. Es francamente bello.

-¿Dónde queda entonces el aporte del coreógrafo checo Ivan Liska, encargado de la adaptación en esta presentación?

-En lo que respecta a los roles principales se han respetado al cien por cien las indicaciones de Petipá, como por ejemplo sucede en el gran paso a dos de la pareja protagonista. Hay no obstante pequeñas variaciones en cuanto al resto de personajes.

-¿Cuáles son los momentos más difíciles a los que tiene que hacer frente en la obra?

-¡Todo el primer acto es complicadísimo! Los primeros 20 minutos son de una intensidad enorme con la entrada de Aurora y el célebre Adagio de la rosa. Luego, en los dos actos siguientes, estás ya tan excitada que te dejas llevar por completo.

-La histórica película de Walt Disney sobre La bella durmiente condiciona el imaginario de miles de espectadores. ¿Es bueno este precedente fílmico?

-Sí. Es maravilloso que todo el mundo conozca la historia porque notas cómo el público vive la fantasía desde el minuto uno. De esta forma la emoción comienza nada más levantarse el telón. Además, en este ballet la historia está tan bien contada que no tiene escenas sin acción y es realmente mágico.

-¿Suscribiría aquella afirmación del bailarín Rudolf Nureyev acerca de que éste es "el ballet de todos los ballets"?

-La bella durmiente es el título más tradicional del repertorio y yo lo situaría al mismo nivel que El lago de los cisnes y Giselle. Estos tres forman el gran triunvirato del género. En ellos se puede admirar la técnica clásica con toda su plenitud y pureza.

-¿Ha llegado al género la revolución que los registas están llevando a cabo en el mundo de la ópera con propuestas escénicas radicales y provocadoras?

-Desde luego, en lo que concierne al Ballet de la Ópera de Múnich, no. Y me atrevería a afirmar que el ballet se mantiene ajeno a esa tendencia. En la ópera se puede hacer casi cualquier cosa porque lo importante, la música y el canto, no van a cambiar. Se puede adulterar la historia pero no su esencia. En el ballet, o se cambia todo o no se cambia nada, si acaso algunas alteraciones en los decorados, pero la técnica de baile clásica siempre ha de ser la misma. No puede modificarse.

-Y también y al contrario que en algunas ocasiones sucede en la ópera, donde los cantantes dirigen sus arias al público, en el ballet todo el cuerpo de baile está encerrado en la fantasía...

-Así es porque no vemos al público. No hay conexión visual entre otras cosas debido a los grandes focos que nos impiden verlo. Además, si yo estoy haciendo un solo, probablemente sea para que lo contemplen cuatro príncipes y no tendría sentido que me dirigiera al público. Hay ballets más contemporáneos en los que sí se hace, pero no en los clásicos.

-Reside en Alemania y ha trabajando ampliamente en Sttutgart y en Múnich. Pero también ha bailado durante mucho tiempo en Japón y Estados Unidos. ¿Qué cambia más, el público o los coreógrafos?

-Ambos, los espectadores sienten el ballet de forma muy diferente no sólo entre un país y otro, también entre una ciudad y otra de la misma nación. Pero aquí son los coreógrafos los que mandan y nos piden que le demos, al mismo título, una u otra intención. Son pequeños pero importantes detalles los que marcan una versión.

-Poco a poco para ser, pongamos por caso, violinista en una orquesta, va dejando de ser imprescindible salir al extranjero. En el ballet sigue sin ser así...

-Efectivamente, la tradición en cuanto a ballet es escasa en nuestro país. Lo ideal sería poder tener la capacidad de elección: quedarse o marcharse. Hoy por hoy, lo segundo es la única vía posible.

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