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Madrid-Rabat: un viejo polvorín

El desalojo del campamento saharaui es el último hito de una larga lista de conflictos.

el 04 dic 2010 / 20:34 h.

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Unas 100 personas reivindican en Rabat la "marroquinidad" de Ceuta y Melilla.

La decisión de Marruecos de revaluar su trato con España "en todos los ámbitos -la soberanía sobre Ceuta y Melilla incluida-" después de que el Congreso haya condenado la violencia en el desalojo del campamento de El Aaiún es el último hito de una relación salpicada de tirantez durante las últimas cuatro décadas.

Las discrepancias sobre el conflicto del Sáhara Occidental, la reivindicación de Ceuta y Melilla, el tráfico de pateras por el Estrecho o las negociaciones de pesca han llevado periódicamente a episodios de tensión que en la mayoría de los casos se han podido reconducir en beneficio del interés común.

Las relaciones entre España y Marruecos quedaron institucionalizadas al más alto nivel en 1991 con la firma del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación.

Este convenio trató de enterrar las secuelas del desaire que representó para España la Marcha Verde en 1975, que precipitó la retirada del Sáhara Occidental y puso la semilla del conflicto con el Frente Polisario que aún hoy perdura.

En la década de los 90, la pesca y la reclamación marroquí de Ceuta y Melilla generaron diversas crisis diplomáticas, aunque la amistad entre el rey Juan Carlos y Hassan II contribuyó a encontrar salidas.

La llegada al trono de Mohamed VI en 1999 por el fallecimiento de su padre dio pie a nuevas vicisitudes.

La protesta por la posición del Gobierno de José María Aznar en el contencioso saharaui llevó aparejada la retirada temporal del embajador marroquí en octubre de 2001, dando paso a una etapa fría que se prolongó año y medio.

La invasión marroquí del islote de Perejil fue el punto de mayor tensión de este periodo, resuelto con la intervención militar ordenada por Aznar en julio de 2002, con la que se puso fin a la ocupación.

La reconciliación llegó en enero de 2003 con la vuelta del embajador, que abrió un paréntesis de calma en la secuencia de enfrentamientos protagonizados entre ambos países.

Zapatero tras Perejil. La llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 intensificó la colaboración en ámbitos como la inmigración ilegal, las inversiones económicas y la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico que duró un trienio. La primera visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, en noviembre de 2007, atormentó de nuevo al reino alauí que volvió a llamar a consultas a su embajador durante dos meses.

El Ejecutivo de Zapatero sentó entonces las bases de su doctrina ante cualquier crisis diplomática con el país magrebí: anteponer el interés común a los gestos de dureza y a cualquier encontronazo con Mohamed VI para no poner en riesgo la cooperación.

La voluntad de Zapatero de apreciar el plan de autonomía marroquí para el Sáhara como una posible base para el diálogo con el Polisario y su falta de entusiasmo en el referéndum saharaui como solución al contencioso contribuyeron a relajar la relación. Este periodo dulce se interrumpió con la huelga de hambre de la activista saharaui Aminatu Haidar durante 32 días en Lanzarote, aunque el Gobierno insistió en aplicar su doctrina aun a costa de molestar a sectores de la izquierda defensores de la causa del Sáhara.

Este caso se resolvió después de que el Gobierno aceptara firmar una declaración que "constataba" que "la ley marroquí se aplica en el Sáhara Occidental", aunque matizando que tal afirmación no suponía reconocer la soberanía marroquí sobre la antigua colonia.

La cumbre Unión Europea-Marruecos en Granada el pasado mes de marzo, durante la presidencia de turno de España, facilitó un nuevo apretón de manos y renovadas promesas de amistad... aunque por poco tiempo.

Pero Rabat emitió varios comunicados el pasado verano protestando por el trato que algunos de sus ciudadanos habían recibido en el paso fronterizo de Melilla y por el supuesto abandono frente a sus costas de ocho inmigrantes subsaharianos en mal estado de salud por parte de la Guardia Civil.

La crispación obligó al Rey a telefonear a Mohamed VI para aclarar que los "malos entendidos" no debían enturbiar la "excelente" amistad entre ambos.La reunión entre Zapatero y el rey alauí en Nueva York, seguida de la visita a Rabat del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, parchearon una vez más la tensión.

Marruecos se comprometió a nombrar antes de fin de año a su embajador en España, pese a su controvertido perfil por ser saharaui y ex miembro del Polisario, y a celebrar una cumbre bilateral a comienzos de 2011.

La espita de la última crisis fue el desalojo del campamento saharaui de El Aaiún el pasado 8 de noviembre, pocos días después de la visita a Madrid del titular de Exteriores marroquí, Taib Fasi Fihri, para dar la bienvenida a su nueva colega, Trinidad Jiménez, con un ataque directo a la prensa española por distorsionar la realidad del Sáhara.

El empeño del Gobierno español en no condenar la actuación de la Policía marroquí para no perjudicar la amistad con Marruecos, frente a la presión de amplios sectores políticos y sociales, no ha sido suficiente para que Rabat, agraviado por la moción del Congreso, haya dado un penúltimo puñetazo en la mesa.

El viernes la Cámara de Representantes (Cámara Baja) del Parlamento marroquí instó al Gobierno de su país a "proceder a una revisión global de las relaciones de Marruecos con España", y le pidió que trabaje para "la recuperación de Ceuta, Melilla y los presidios ocupados". Ayer, el Ejecutivo español eludió pronunciarse sobre la proposición alauí.

Fracasa la ‘recuperación’ de Ceuta

Alrededor de un centenar de personas reivindicaron ayer en Rabat la “marroquinidad” de Ceuta y Melilla, así como del Sáhara Occidental, en una protesta que se restringió a la capital de Marruecos pese a que en principio les iba a llevar hasta Ceuta.

El coordinador de la manifestación y secretario general de la Juventudes del Partido Progreso y Socialismo (PPS), Driss Reduani, explicó a Efe que se decidió aplazar la marcha desde la ciudad marroquí de Fnideq hasta Ceuta para “continuar con los esfuerzos humanos y logísticos de preparación”.

Pese a ello, cerca de cien personas se congregaron frente a la sede del Instituto Cervantes en Rabat para corear eslóganes en los que criticaban la actitud española hacia el Sáhara Occidental, en especial la del PP.

“Ceuta, Melilla y el Sáhara marroquíes” o “Con mi alma, mi corazón y mi sangre defenderé Ceuta” fueron algunas de las consignas repetidas por los asistentes, que desarrollaron su protesta de manera pacífica y festiva.

Reduani explicó que los motivos de la protesta son “reivindicar la independencia de Ceuta, Melilla y el resto de territorios ocupados por España, pedir el respeto a los derechos de los marroquíes que viven en ellos y apelar a las fuerzas vivas en España que militen por el derecho de los pueblos a su integridad”.

Para este activista, que organizó la protesta con la colaboración de las juventudes de otros partidos y asociaciones de la sociedad civil, existe “un desequilibrio en las relaciones entre España y Marruecos”, aunque mostró su confianza en que los desencuentros “no vayan más lejos”, porque “interesa que los países se entiendan”.

Además, ayer la Asociación de la Prensa de Granada denunció que una periodista granadina está retenida en Marruecos, sin pasaporte, al desvelar, durante un viaje privado, que era redactora.

 

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