Con las instalaciones ganadas, el aeródromo contará con una capacidad para 600 vuelos al día, para lo que incrementará su plantilla un 45%, en unas 200 personas más. La terminal tiene una superficie que supera ligeramente los 250.000 metros cuadrados, un dique de 241 metros de largo, 86 mostradores de facturación y 797 monitores con información sobre los vuelos. Tendrá una capacidad operativa de 9.000 pasajeros a la hora frente a los 4.500 actuales, 180 ventanillas, 48 puertas de embarque, 14.000 equipajes por hora, 3.700 plazas de aparcamiento...
Para el primer día de funcionamiento -mañana martes- están programados 194 movimientos en el aeropuerto, de los que el 70% (136) se producirán ya en la nueva terminal, aunque para el verano se espera que el reparto entre la T-3 y la T-2 ronde la mitad. La nueva terminal se destinará en principio para vuelos del territorio Schengen-Unión Europea, que no requieren de control de pasaportes, aunque hay excepciones, como el caso de British Airways y Delta Airlines, por formar parte de las alianzas Oneworld y Sky Team. Además, la entrada en funcionamiento de la T-3 supondrá el cierre de las llegadas de la T-1, donde estaban destinados vuelos de terceros países y Melilla.
El edificio de la nueva terminal contará con un intercambiador de transportes para que los viajeros puedan acceder a autobuses, taxis, vehículos particulares y de alquiler, así como a la nueva estación del Cercanías que une Málaga con Fuengirola y en la que se está trabajando dentro del corredor ferroviario de la Costa del Sol. El aeródromo tiene previsto un plan de refuerzo a partir de mañana y hasta el próximo 16 de abril, un período en el que se esperan más pasajeros coincidiendo con la Semana Santa, que se suma a su tradicional afluencia de ingleses, alemanes, holandeses...
Con la nueva obra se convierte en la principal infraestructura aeroportuaria de Andalucía y la cuarta de España en volumen de viajeros, acaparando el 62% del tráfico de la comunidad.