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¿Malos tiempos para la Feria del Belén?

Entre la nueva ubicación en la Avenida, el olor a pesebre, la escasez de dinero y la temperatura de entretiempo, el clásico mercadillo de figuritas navideñas está más solo que la una. Nada que no se cure (o al menos se mejore) en una o dos semanas.

el 19 nov 2009 / 20:39 h.

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Un estruendo de villancicos a destiempo sacude el tramo de la Avenida que discurre frente al Archivo de Indias. Un curioso efecto sonoro provoca la sensación de que el canturreo y las zambombas provienen del balcón del Consulado de Turquía, en plan mezquita moderna. Como eso sería demasiada alianza de civilizaciones para el gusto de esta ciudad, uno observa a su alrededor en busca del verdadero foco folclórico hasta que encuentra, detrás de los coches de caballos y de los torbellinos del tranvía, el megáfono que corona la retahíla de casetas absolutamente carentes de encanto y agrupadas bajo la denominación de XV Feria del Belén. Una edición cuyo nuevo y precioso enclave, con la Catedral detrás, no parece sin embargo (de momento) muy del gusto de los interesados. Como no acuda el público en trombas, el lema podría ser ese verso del villancico titulado Dime niño que dice: Y nosotros nos iremos y no volveremos más.

Sin embargo, si tuvieran que elegir villancico, los profesionales del sector allí presentes se decantarían más por La Marimorena: la convivencia entre puestecillos y carruajes turísticos en ese pasillito no es que llegue a ser prebélica, pero sí está extendiendo una atmósfera turbia que no sólo se debe a los efluvios de los orines y excrementos de las bestias de tiro. Un budista lo definiría como mal karma.

En teoría, los cocheros no tendrían que estar allí durante este certamen, es decir, desde el sábado pasado hasta el 23 de diciembre. Eso fue lo que se dijo. Pero como ahora está el asunto del rodaje de la película Knight&Day, los cocheros tampoco pueden disponer alegremente de todas sus paradas de la zona. De modo que ayer, la opinión del gremio, expresada con cierto disgusto, se podría resumir en lo siguiente: como sigan teniéndose que ir de todas partes, la única alternativa viable será comerse el carruaje con patatas panaderas. Medida desaconsejada por nueve de cada diez estomatólogos y otros tantos criadores de caballos.

Dicho más bellamente, también los cocheros podrían echar mano del repertorio de letrillas navideñas con una frase de El tamborilero: Mas tú ya sabes que soy pobre también. Los belenistas chasquean la lengua pero transigen, comprendiendo que allí todos están para ganarse el pan. Pero no pueden evitar desahogarse: "Entre la peste, los orines y Tom Cruise...", se lamentaba ayer, resignadamente, Antonio Núñez desde el otro lado del mostrador de Marieta Artesanía. Más gráfico resultaba Jorge Antequera, del puesto homónimo, al expresar que los cocheros no parecían mostrar el menor inconveniente, llegada la ocasión, a "dar marcha atrás y meter los culos de los caballos en el stand", entre otras molestias que afectan a "la sanidad y también a la seguridad del transeúnte". Despotricó además un poco sobre la inutilidad de explicar las cosas a algunas personas y confió en que, tan pronto termine de pasearse por el Centro el doble de Tom Cruise, todo vuelva a su ser.

Su vecina de puesto, Mariluz García, centraba su crítica a la incómoda convivencia entre coches de punto y belenes de entretiempo en el aspecto más sensorial del fenómeno: "La peste no se puede aguantar. Y ahora se ponen a tirar cubos de agua sucia, como si así fuera a quedarse limpio. Eso no nos perjudica sólo a nosotros, sino también a la gente que pasa por aquí." De tal modo que el sufrido viandante es otro que podría apelar al cancionero navideño para sintetizar su situación: Mi Padre es del Cielo, mi Madre también, yo bajé a la Tierra para padecer.

En fin, que el ambiente está un poco de pesebre, para qué engañarse. Falta el buey. En cuanto al nuevo emplazamiento, están a verlas venir. Coinciden los citados en que aún es pronto y falta frío para poner el nacimiento, por lo que el traslado desde la Plaza de San Francisco hasta el Archivo de Indias es un melón por calar. "Mejor sitio es, desde luego", reconocía Antonio Núñez. "Por aquí pasa mucha más gente. Pero también hay que tener en cuenta que al sevillano lo mueve la costumbre y puede que no se haya enterado de que este año estamos aquí." No sólo la falta de costumbre, sino especialmente la de dinero, puede intervenir en el negocio de estas casetillas. Se sabrá en el balance final, pero, como la inversión en figuritas siga el mismo camino que otros capítulos de gasto del respetable, la previsión no se antoja muy halagüeña. No se extrañen, por tanto, si los más dañados por la crisis hacen sonar también su propio villancico: En la puerta de mi casa voy a poner un petardo pa reírme del que venga a pedir el aguinaldo. Es lo que hay.

Lo más curioso de este año:

1. Incorporar al nacimiento la escena de la huida a Egipto. En Marieta Artesanía venden incluso unas pirámides descomunales (unos 40 euros) y grupos de esclavos egipcios arrastrando piedras (140 euros). También tienen una figura enorme que, si no para el belén, puede venir bien para la rinconera: un esclavo negro con timbales montado en lo alto de un elefante (140 euros). Cuestión de gustos.

2. Los nacimientos étnicos. Hay uno muy salado que es el andaluz: San José es un torero, la Virgen es una flamenca y el portal es un patio encalado lleno de geranios, con una estera por pesebre. Hay infinidad de modelos y abundancia de estilos y precios en toda la feria.

3. El mininacimiento: En el stand Gregorio García, estas colecciones parecen ideales para pequeños espacios o para decorar la mesa del trabajo con un toquecito entrañable. Por 3,30 euros, la cajita trae a la Sagrada Familia, al ángel, la mula, el buey y a los tres reyes en actitud de adoración. Hay otras cajas complementarias al mismo precio: el mercado, la anunciación a los pastores, vegetación…

4. El detalle original: En el puesto de Gloria Botonero venden figuritas de animales increíblemente pequeñas para que vayan en proporción con las humanas. Una muy curiosa es la de las palomas copulando (5,80 euros), pero también venden ratoncitos (2 euros), ranas (2,50) y hasta caracoles (3,30 euros).

5. La red de carreteras: Se puede uno comprar una auténtica Vía Apia por tramos, como las pistas del Scalextric. También se puede enriquecer el paisaje con columnas romanas bordeando el camino. Queda bonito.

Lo que está más visto:

1. Los autómatas: Tras varias ediciones de esta feria con toda Sevilla alucinando con la nube desde la que llovía o el panadero sacando baguettes del horno, la presencia de estas figuras móviles es algo menor este año. No obstante, hay algunas de muy buena factura (pescadores, tenderos, niños en un balancín…) para quienes gusten de estos prodigios eléctricos un tanto inquietantes.

2. La figuras gigantes: Las hay, cómo no, pero la sensación de que son más propias de una canastilla cofradiera tipo barco que de una sencilla mesa del belén es inevitable. Sí son indicadas para escaparates y decoración de empresas.

3. Un nacimiento plano: antes, para poner el nacimiento bastaba una tabla y allá que se las apañaran, en el mismo nivel, todas las figuras. Ahora el concepto juega más con la línea vertical y añade alturas. Se puede ver con los pueblecitos en cuesta que venden, una preciosidad. Con imaginación también se consigue gratis ese efecto.

De utilidad:

Qué: XV Feria del Belén de Sevilla.
Dónde: Avda. de la Constitución y Fray Ceferino González.
Cuándo: Hasta el 23 de diciembre. Laborables: de 10.30 a 14 y de 17 a 21 horas. Sábados, domingos y festivos: de 11 a 21 horas. Los sábados y vísperas de festivos se cierra a las 22 horas.

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