Cultura

Manolo Caracol se nos escapó vivo como Zapatero a Rajoy

El congreso de Manolo Caracol, celebrado en Sevilla la semana pasada para conmemorar el centenario del nacimiento del gran cantaor, ha tenido sus cosas interesantes, pero se ha perdido una gran oportunidad para saber todo sobre uno de los genios más grandes del cante andaluz.

el 16 sep 2009 / 02:45 h.

El congreso de Manolo Caracol ha tenido sus cosas interesantes, pero se ha perdido una gran oportunidad para saber todo sobre uno de los genios más grandes del cante andaluz.

En el congreso celebrado en Sevilla la semana pasada para conmemorar el centenario del nacimiento del gran Manolo Caracol se habló, aunque de pasada, de la escenificación del cante jondo. Tanto Caracol como Marchena presumieron bastante de haber sido los primeros que escenificaron el flamenco, y como lo dijeron ellos mismos, se da por hecho que es verdad. Y lo cierto es que antes de que nacieran los señores padres de ambos cantaores, el cante se escenificaba ya en teatros de Madrid y Sevilla.

Juan Breva lo hizo en 1880 con la obra Diego Corrientes, el bandido generoso, donde cantaba saetas y sevillanas corraleras. Podríamos dar decenas de noticias como ésta, pero tampoco queremos resultar pedantes. Sólo queremos advertir de lo poco recomendable que es creerse todo lo que digan los artistas flamencos, sobre todo, los que llegaron a considerarse no menos importantes que Dios, como fueron los casos de Marchena, Caracol o Mairena.

Marchena llegó a decir que el primero que grabó flamenco fue el Cojo de Málaga (ABC, diciembre de 1972), algo que no es cierto. El Mochuelo impresionó unas peteneras en una lámina de estaño, en 1880, el mismo año en que nació El Cojo, que grabaría discos cuando ya lo habían hecho el Niño de Cabra, Encarnación Santisteban La Rubia, El Mochuelo, Manuel Escacena y otros muchos.

Cuando se habla del cante gitano y de lo gitano que cantaba Caracol -como se ha hecho en el citado congreso-, es preciso aclarar que Manolito Ortega, en sus comienzos, era un imitador de Chacón, Rebollo, el Colorao de la Macarena, El Pinto y El Carbonero. Existe una grabación de Caracol por seguiriyas (Qué desgracia es la mía. Odeón, 1930), en la que cuesta trabajo diferenciarlo del célebre Niño de Marchena, el que nunca cantó gitano según los gitanistas...

Caracolito ganó el Concurso de Granada de 1922 porque fue llevado por don Antonio Chacón y fue el maestro jerezano quien dijo que tenía que ganar. El tiempo le dio la razón, sin duda, ¡pero habría que ver cómo cantaría un chiquillo de 12 años a quien no habían escuchado cantar ni en su casa, dicho por el propio Caracol años más tarde!

Y como lo dijo don Antonio, el Papa del Flamenco, los periódicos calificaban al niño como "el Rey del Cante". ¿El rey del cante, estando el propio Chacón, Manuel Torre, Pastora Pavón, Manuel Vallejo, el Cojo de Málaga, José Cepero, Escacena, Tomás Pavón y el Niño Medina?

Como suele ocurrir en este tipo de encuentros flamencológicos, el botafumeiro primó sobre el análisis objetivo. Caracol se nos ha escapado vivo como Zapatero a Rajoy en el Debate de la Nación. Ha faltado el análisis musical, el debate sobre el valor de sus aportaciones, la participación de quienes dicen seguir su escuela, etc.

Y, sobre todo, el análisis crítico, porque don Manuel Ortega Juárez no fue Dios, aunque se le acercara; era un ser humano con sus defectos y virtudes, el artista flamenco más genial y emotivo de la historia del cante jondo, pero con aspectos que merecerían un estudio crítico a fondo.

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