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Alumnos y padres encabezan la huelga general de enseñanza

El 70% en estudiantes de ESO y el 50% en Primaria deja las clases vacías contra los recortes. El 21% de profesores secunda el paro

el 09 may 2013 / 21:06 h.

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Por Manuel J. Fernández / Iria Comesaña / Daniel Cela Protesta de jóvenes estudiantes. Protesta de jóvenes estudiantes.   La huelga general de la enseñanza no paralizó ayer las escuelas de Sevilla, pero consiguió frenar la reforma educativa que el Gobierno tenía previsto aprobar hoy en el Consejo de Ministros. El anteproyecto de la Ley Orgánica de la Mejora y Calidad Educativa (Lomce) empuja al sistema escolar, según los convocantes, hacia un modelo “mercantilista, segregador y elitista, que rompe el principio de igualdad de oportunidades”. La ley es una de las razones de la protesta, la otra eran los contínuos recortes que ha traído consigo la crisis: menos maestros, menos recursos, más dificultades para abordar una enseñanza de calidad. La convocatoria era muy ambiciosa, abarcaba desde las guarderías a las universidades, era un llamamiento a 100.000 profesores, 200.000 familias y un millón largo de estudiantes. La huelga estaba impulsada sobre todo por tres de los cinco sindicatos mayoritarios de docentes (CCOO, UGT y Ustea), por el Sindicato de Estudiantes y, por primera vez en 11 años, por la Confederación de Asociaciones de Padres de Alumnos (Codapa). Codapa representa a las familias de la escuela pública y su participación en una huelga de la enseñanza es rarísima, porque conlleva hacer un “llamamiento excepcional a los padres para que no lleven a sus hijos a la escuela”. La última vez que ocurrió algo así fue en 2002, también contra una ley educativa de un Gobierno del PP (LOCE). La implicación, ayer, de Codapa fue determinante para que el seguimiento de la huelga en Andalucía alcanzara un 70% en la ESO, FP y Bachillerato y un 50% en Primaria, según datos de la Consejería de Educación (no se dieron datos provinciales). Los sindicatos elevaron la cifra al 80% en la ESO y al 43% en Primaria. Sevilla se comportó de una forma distinta al conjunto de Andalucía. El paro fue muy desigual en la capital, probablemente porque concentra un mayor número de colegios concertados (más del 45%), y las escuelas religiosas se vienen manifestando estos días en contra de los recortes de conciertos que aplica la Junta, y a favor de la futura ley del Gobierno, que blinda los conciertos durante seis años, en lugar de cuatro. Los campus de las universidades Hispalense y Pablo de Olavide se vaciaron casi por completo: en la Hispalense no hubo clase porque los representantes de los alumnos convocaron una asamblea general de 8 de la mañana a 22 de la noche, una opción que les brinda el reglamento de estudiantes, pero que al Rectorado le pareció un “uso no responsable” del derecho de asamblea. Los estudiantes dedicaron la suspensión de las clases a informar en la puerta de las facultades de los efectos de la ley. En cambio, las aulas en enseñanzas medias ofrecieron un comportamiento bipolar: por ejemplo, en el colegio público Huerta de Santa Marina, en el Centro, el 50% de los profesores se puso en huelga, incluido el equipo directivo. Sólo 93 de los 450 niños matriculados asistieron a clase. Los que quedaron fueron reagrupados: primeros y segundos juntos, terceros y cuartos, quintos y sextos. Al frente de la escuela se quedó el secretario, Daniel Prieto, que vestía la camiseta verde a favor de la escuela pública. En 30 años como docente, Prieto confiesa que no ha vivido una situación tan compleja como ésta: “Estamos en los peores momentos, con tantos recortes y con una calidad en franco retroceso”. En el Ángela Guerrero, un centro exclusivo de niñas también del Centro, apenas hubo síntomas del paro. “No tenemos huelga. Nosotros tenemos otros problemas más graves”, respondió una de las docentes nada más abrir la puerta. En efecto, el Ángela Guerrero es un centro concertado al que la Junta acaba de retirar la subvención por negarse a aceptar aulas mixtas. La reforma educativa que impulsa el ministro José Ignacio Wert blinda este modelo de educación segregada por sexos. En otra punta de la ciudad, más castigada, sólo dos niños jugaban en el patio del habitualmente ruidoso instituto Polígono Sur. Más del 90% del alumnado había faltado a clase, según la jefa de estudios adjunta. Luciendo una insignia de Marea Verde en la camisa, la profesora explicaba que el centro no ha hecho asambleas informativas de cara a la huelga, por lo que la decisión de los alumnos ha sido individual. El profesorado sí ha mantenido encuentros por el resto de movilizaciones contra la reforma educativa, y llegaron a colgar una pancarta en la fachada, que ayer había desaparecido sin que se supiera muy bien por qué, ni pareciera importar sobremanera en un centro en el que se sumaron a la huelga 12 de los 86 docentes (13,9%), que paseaban por los pasillos vacíos de alumnos. “A los niños los hemos juntado por niveles, porque de algunas clases han venido sólo unos pocos”, explicaba la profesora. La misma apariencia sombría lucía el colegio Fray Bartolomé de las Casas, donde hicieron huelga siete de 20 docentes (35%), según el jefe de estudios, José Luis Romero, que estimaba que el 90% de alumnos secundó el paro. Los profesores que acudieron a trabajar se alineaban con las reivindicaciones de los huelguistas, aunque no hubieran apoyado la protesta: “Entre huelgas generales y las de educación llevamos cinco o seis paros en un par de años y eso es mucho dinero para el efecto que se ve que está teniendo”, aducía Romero. Cada profesor que hizo huelga ayer perdió entre 80 y 90 euros de la nómina. En el Manuel Gutiérrez Fernández, en cuya puerta un cartel avisaba de que no habría aula matinal por la huelga, sí se oía el habitual vocerío de los chavales, ya que habían acudido casi todos. Quizá menos que otros días, pero era difícil separar la cifra de absentismo de la de protesta, según los maestros, entre los que faltaron cuatro de 28 (14,3%). En el Arias Montano de la Macarena, insistía en la misma idea una profesora de Primaria que presumía de no haberse saltado una huelga antes: “Es la primera que no hago, pero he estado de baja y me han quitado mucho dinero, no hay economía familiar que lo resista”, decía María Acosta, que lucía la camiseta de la Marea Verde. Compartía su opinión Laura Márquez, que recogía a sus hijos de 11 y 6 años: “Ojalá hubiera podido no traerlos, pero he tenido que hacerlo por trabajo”, lamentó. Desánimo docente // Una pauta general es que los padres y los alumnos encabezaron más la huelga que los propios docentes. La Consejería de Educación cifró el seguimiento del profesorado en un 21%, los sindicatos elevaron la cifra al 52%, pero aún así reconocieron que les hubiera gustado un apoyo más explícito del colectivo. Hace justo un año, el sector de la enseñanza se puso de huelga general en contra del real decreto del Gobierno que trajo consigo el mayor recorte al presupuesto educativo que se recuerda: se les bajó el sueldo, se les incrementó dos horas la jornada lectiva en Secundaria, se eliminaron miles de puestos interinos (4.502 en Andalucía), a los alumnos se les recortaron las becas y a los universitarios se les subieron las tasas de matriculación. El porcentaje de maestros que fue a aquella huelga fue mayor que el de ayer: un 25%, según la Junta, un 52%, según los sindicatos.“Los profesores están aplastados, achicharrados y descorazonados. Después de tanto recorte y tanto sobreesfuerzo, ya no se movilizan”, dice Manuel Cid, director del instituto Triana. Parecido a él se expresan la vicedirectora del centro de adultos José María Izquierdo (sólo dos docentes en huelga) y el jefe de estudios, Pablo Veiguela: “Seguro que algunos maestros comparten muchas críticas contra la ley, pero ya no quieren verse al lado del Gobierno andaluz ni de los sindicatos de clase que apoyan la huelga”, afirma. Soledad, la directora del Vicente Aleixandre, explica por qué en su centro hay sólo tres docentes en huelga de 44 (6,8%). “Hay una desconexión entre los que hacen la política educativa y los que la aplicamos. Ya no nos creemos nada”.

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