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Más de 600 mujeres son obligadas a prostituirse en Sevilla, la mitad rumanas

El hecho de que Rumanía haya entrado en la Unión Europea ha permitido que las mafias puedan traer a chicas de este país fácilmente para ser explotadas.El Colegio de Abogados tiene un turno de oficio pionero en España, especializado en atender a las víctimas de estas redes.

el 23 sep 2014 / 10:45 h.

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El Colegio de Abogados acogió ayer una jornada sobre trata de seres humanos. Foto: Carlos Hernández El Colegio de Abogados acogió ayer una jornada sobre trata de seres humanos. Foto: Carlos Hernández Clubes, pisos o las calles de los polígonos industriales son los escenarios donde estas mujeres son obligadas a prostituirse. Son víctimas de redes que las explotan sexualmente bajo coacciones violentas o religiosas, con vejaciones que llegan a «deshumanizarlas». El año pasado se detectaron en Sevilla 634 casos, de los que casi la mitad, 303, eran mujeres de nacionalidad rumana. Aunque se les ofrece, muy pocas se deciden a dar el paso de denunciar a sus verdugos, pese a que en Sevilla cuentan con un turno de oficio del Colegio de Abogados, pionero en España, especializado en el trata de mujeres y conformado ya por 153 letrados. En la lucha contra la trata de mujeres con fines de explotación sexual no sólo están implicados los cuerpos policiales, sino también ONG, abogados y la Fiscalía. Fruto de este esfuerzo conjunto en Sevilla se detectaron el año pasado 634 casos en los que las mujeres estaban siendo prostituidas en contra de su voluntad. Es decir, que se podían considerar víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual. La mayoría de estas chicas (303) eran de nacionalidad rumana, no por pura casualidad, sino por la facilidad que supone trasladar a estas mujeres por carreteras hacia otros países europeos tras la entrada de Rumanía en la Unión Europea. Por nacionalidades, tras las rumanas, las mujeres localizadas en 2013 eran de la República Dominicana (95), Colombia (64), Brasil (53), España (40), Venezuela (18), Rusia (17), Ecuador (12), Hungría (8), Marruecos (7), Paraguay (5), Nigeria (4), China (2), Bolivia (2) y Portugal (1), según informaron a este periódico fuentes oficiales. Todas ellas fueron detectadas tras operaciones policiales que implicaron el desmantelamiento de estas mafias. Entre ellas, como indican los datos, también había chicas españolas que, si bien en su «mayoría son mujeres extranjeras con la nacionalidad española, también hay algún caso de mujeres nacidas en España y que «han caído en manos de una red que, aprovechándose de la crisis, prometía falsos trabajos», explicaron las fuentes. La mayoría de estas chicas fueron localizadas en redadas llevadas a cabo en clubes de alterne, aunque también hay muchos casos de chicas encontradas en pisos, donde son obligadas a prostituirse, o incluso en plena calle, donde son controladas por los miembros de la red. Para que las mujeres no denuncien ni escapen las mafias utilizan diferentes medios de coacción. «En el caso de las redes rumanas utilizan más la violencia, y en el de las subsaharianas es más habitual que las intimiden con ritos religiosos después de que ellas hayan contraído una deuda con la organización criminal», generalmente por su traslado a España. Con las mujeres subsaharianas también se da una particularidad: es habitual que muchas de las chicas pasen de ser «víctimas a verdugos», pues acaban siendo «madames» de otras chicas. Deshumanización. Cuando los cuerpos policiales descubren una red de prostitución y a sus víctimas, les ofrecen a éstas la posibilidad de denunciar, contando con el apoyo de ONG. Pero son muy pocas las que se atreven a dar el paso «por miedo». De hecho, en el turno de oficio especializado contra la trata y otras formas de explotación reciben muchas consultas, pero pocas se materializan en denuncias. Según explicó la coordinadora de esta iniciativa puesta en marcha en 2010, Amparo Díaz, estas mujeres «sufren unas consecuencias peores que las que sufren malos tratos». «Son mujeres que en muchos casos han sido violadas, golpeadas e incluso encadenadas para obligarlas a mantener relaciones, llegan a sufrir trastornos mentales, señaló la abogada. De ahí destacó la necesidad de trabajar con ellas desde todos los aspectos, y alabó la labor que en este sentido realizan las ONG, algunas de ellas de carácter religioso. «Es un proceso deshumanización brutal», añadió. Por eso, quiso recordar que quienes «contratan los servicios de estas chicas están colaborando en cometer un delito contra los Derechos Humanos» y quiso aclarar que tras la trata de estas mujeres «no hay un problema de inmigración», muchas incluso tienen sus papeles regularizados como las rumanas al ser europeas, «sino de una vulneración de los Derechos Humanos».

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