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Medio Ambiente consigue recuperar el águila imperial, de la que sólo quedaban dos ejemplares

Hace seis años, en la provincia de Sevilla sólo levantaba el vuelo una pareja de águilas imperiales. Hoy la eliminación de tendidos eléctricos y la lucha contra los venenos han elevado a 26 ejemplares la población.

el 15 sep 2009 / 20:28 h.

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Hace seis años, en la provincia de Sevilla sólo levantaba el vuelo una pareja de águilas imperiales. Hoy la eliminación de tendidos eléctricos y la lucha contra los venenos han elevado a 26 ejemplares la población. Desde hace tres años no muere ni una sola de estas aves. La extinción, paso a paso, es cada día una amenaza más lejana.

Agustín Madero, el responsable del programa de la Consejería de Medio Ambiente para la recuperación del águila imperial en Sevilla, habla con entusiasmo y reserva de los logros de su "plan de choque". Dice que no quiere ser triunfalista, que se remite a los datos, pero la estadística da motivos para ser optimista: desde que en 2002 se comenzara a trabajar con esta especie, de la que sólo quedan 250 parejas en España, se ha conseguido pasar de una sola pareja a 13 en la Sierra Norte, con lo que Sevilla copa el 23,6% de todos los ejemplares de Andalucía, donde ya se han registrado 55 parejas (en 2001 apenas se tenía constancia de 26).

"Se han hecho las cosas bien", sostiene Madero. La principal tarea era impedir que las águilas siguieran muriendo electrocutadas por culpa de los numerosos tendidos eléctricos del territorio. Para impedirlo, se han invertido 4,5 millones de euros, con los que se ha conseguido reducir la mortandad de estas aves en más de un 80%; en los últimos tres años no ha muerto ni una sola gran águila en toda Andalucía. El trabajo, afirma el técnico de la Junta, ha sido "lento pero muy riguroso", y por eso los frutos "se están recogiendo a un medio plazo". "Lo mejor está por venir", añade.

Junto al control de los tendidos, Medio Ambiente ha reforzado el control de los venenos en la Sierra Norte, así como ha intensificado la suelta de conejos que sirven de alimento a las águilas. Así, poco a poco, "estamos ganando la batalla". Madero lamenta que, hasta ahora, las grandes rapaces siguieran viéndose como dañinas por algunos sectores, lo que "ha impedido atenderlas antes y nos ha llevado a una situación límite de extinción". Son aves bellas pero, además, son necesarias, ya que "a su abrigo se mantienen otros muchos ecosistemas". "Debajo de cada ave hay otras 20 que se ven afectadas por su pérdida. La situación ya era insostenible", constata. Ahora a la inversión autonómica se suma el "natural discurrir de la naturaleza", parejas jóvenes, fuertes, que se encuentran en un entorno menos agresivo y que, por tanto, pueden procrear. De ahí que Medio Ambiente afirme que se puede mirar al futuro "con prudencia, pero con menos miedos".

Madero es también el responsable del programa de recuperación del aguilucho cenizo, otra de las rapaces que veían negro su porvenir con las amenazas de su entorno. En este caso, en la última medición se han localizado 125 nidos en Sevilla de los 600 encontrados en toda Andalucía, con 202 pollos en buen estado, la mayoría concentrados en la Campiña Sur. Desde 2004, cuando se iniciaron en firme los trabajos de recuperación de este ave, se ha intervenido en mil nidos y se ha evitado la muerte de 2.000 pollos.

Los aguiluchos se localizan, se buscan los nidos y se les sigue. En el 99% de los casos sobrevuelan los cultivos de cereal. La mejor manera de protegerlos, explica Madero, es marcar el territorio para que no se coseche y así garantizar el sustento y la normalidad del hábitat de estas colonias.

Ahí se abre una negociación muy dura con los agricultores de la provincia -"cada vez más receptivos"-, porque también está en juego su cosecha. "No pedimos mucho. Con un retraso de 15 días en la recogida de los cereales cerraríamos el ciclo de los aguiluchos y habríamos garantizado un año más su reproducción", apunta. Si no llega a un acuerdo para ese retraso, lo que se hace es comprar el rodal en pie, una operación de coste variable según las condiciones meteorológicas de cada año y de las necesidades del ave. Este año, por ejemplo, se han destinado 7.000 euros, un coste bajo porque ha llovido, pero ha habido años en los que se ha tenido que pagar hasta 20.000 para impedir un daño irreparable.

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