Cultura

Merluza de bulerías

Aquellos sevillanos que son puntuales a la Fiesta de la Bulería de Jerez y que se lo piensan en la actualidad por el alto precio del combustible, pueden matar el gusanillo en Guillena, donde hace tres años crearon el Festival de la Bulería.

el 15 sep 2009 / 08:17 h.

Aquellos sevillanos que son puntuales a la Fiesta de la Bulería de Jerez y que se lo piensan en la actualidad por el alto precio del combustible, pueden matar el gusanillo en Guillena, donde hace tres años crearon el Festival de la Bulería. No es lo mismo, claro está, aunque es lo más parecido a lo que se monta cada año en la tierra del gran Mojama.

El ruedo de la plaza de toros de Guillena albergó el pasado viernes un escenario y la gente llenó tanto el ruedo como gran parte del tendido. Cada vez que piso una plaza de toros para un festival de flamenco, que es para lo único que la piso, se me pasa por la cabeza la que podría liarse un día si en plena fiesta flamenca saliera un toro al redondel. Es algo poco probable, pero, ¿quién asegura que en la corrida anterior al festival no se hayan dejado olvidado al sobrero? Perdonen el sentido del humor, pero me imagino al guitarrista Fernando Moreno, con la gordinfloncito que está, subiéndose a una encina para evitar la cornada del morlaco y no puedo evitar tirarme al suelo.

Las viandas del ambigú se acabaron pronto y, como no avisaron por la megafonía del inminente desastre, salimos del coso taurino con más hambre que el que se perdió en la Isla. Pero, eso sí, con una merluza de bulerías que no se la saltaba un galgo. Si iría cargado, que en un control de alcoholemia, sin haber bebido nada más de dos refrescos en toda la noche, estuve a punto de dar positivo. En vez de pitar, el alcoholímetro soltó la voz de El Capullo. Por ahí me salvé. Tendrían que haber visto la jeró de incredulidad que puso el guardia.

Va uno a un festival donde te dan cuatro horas de bulerías jerezanas y ni te puedes tomar una copa de fino. Porque, claro, los guardias de tráfico, que sabían lo del festival, se pusieron a controlar a los posibles beodos a la salida del pueblo en dirección a Alcalá del Río. Ya dijimos un día que la DGT acabaría con los festivales de verano. Si sirviera para que no hubiera ni un solo muerto más en las carreteras, lo firmaríamos ahora mismo.

La mona llegó pronto porque la organización, en vez de irnos metiendo gradualmente en el compás con algún toquecito o cantecito, programó de salida hora y media de Sabor Jerez, el grupo de Fernando Moreno. A pesar de que en el cuadro iba gente con arte, como Juanillorro, El Pescaílla, La Tañé, José Gálvez o las hijas del Mono de Jerez, el inicio resultó algo cargante.

La actuación del joven cantaor sevillano Javier Rivera, quien actuó como ganador del concurso de la Peña La Ribera, sirvió para refrescarnos un poco. Hijo de Antonio El Pichichi, el chaval tiene buenas maneras y, sobre todo, una gran personalidad. Sus alegrías y bulerías pusieron al público de pie. Aquí hay cantaor. Mibe Vargas, otra hija del Mono de Jerez, ganadora del concurso en la especialidad de la bulería, se desconectó de la escuela jerezana y apenas entusiasmó. Sin embargo, la chiquilla tiene casta.

El más esperado por los cabales era Fernando el de la Morena, el genio de la calle Cantarería, la calle de la pena que canta por bulerías, como dice la vieja copla. ¿Adivinan lo que cantó? Una bulería de media hora, después de sus ya clásicos cantes de trilla. No es que esperáramos una vidalita de la Niña de la Puebla, pero, al menos, sí una buena bulería por soleá. Menos mal que su bulería festera fue fantástica.

Naturalmente, el encargado de matar el último toro fue Capullo de Jerez. Es un ídolo en Guillena y, como lo sabe, se fajó con el toro. No sabemos si salió a hombros, porque a las tres de la mañana, con más sueño que un perrito chico, abandoné el coso. Que siga la fiesta.

  • 1