Noticias como la que llegaba ayer desde México son las que demuestran hasta qué punto son capaces los narcotraficantes de ir a por todas en su desafío al Estado. La Policía mostró ayer en público los rostros de cinco criminales del Cártel del Pacífico, una de las organizaciones más peligrosas del país azteca, detenidos días antes. No había sido una operación más. Entre los arrestados se hallaba Dimas Díaz Ramos, un pistolero a quien se acusa de organizar, por orden del cártel, un atentado contra el presidente de la República, Felipe Calderón. La posibilidad de que se haya intentado el magnicidio del jefe del Estado ha convulsionado a un país que se enfrenta a un problema de primer orden. Las bandas de narcotraficantes controlan resortes del poder y le han echado un pulso a las autoridades. El Estado debe responder con la mayor contundencia y extiurpar un cáncer que amenaza su credibilidad ante el mundo.
