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Mi religión es el laicismo

En tiempos arrebatados como estos, en tiempos de barbarie en los que se habla de "Diálogo de civilizaciones" y se esgrime a Dios para todo, ya es hora de proclamarlo a los cuatro vientos...

el 16 sep 2009 / 04:33 h.

En tiempos arrebatados como estos, en tiempos de barbarie en los que se habla de "Diálogo de civilizaciones" y se esgrime a Dios para todo, ya es hora de proclamarlo a los cuatro vientos: los europeos somos herederos no sólo del judeocristianismo, somos herederos de la Ilustración y de la Revolución Francesa.

Dicho de otra forma, la religión de muchos de nosotros es el laicismo, lo que equivale a decir: "Ausencia de influencia religiosa o eclesiástica en el Estado". Pondré un ejemplo de las posibilidades de diálogo con ciertas culturas.

El salafismo es una de las corrientes más rigoristas del Islam. El problema es que el salafismo ha irrumpido con fuerza en el mundo de la televisión por satélite y, peor aún, sus telepredicadores han conquistado los primeros índices de audiencia en el mundo árabe.

Un buen ejemplo es "Al Nass", un canal generalista egipcio de la capital saudí. Ni corto ni perezoso, uno de los directores del canal dice que su objetivo es "tratar las enfermedades de la sociedad y extender las correctas enseñanzas islámicas"; o que, en su televisión "? no hay espacio para las mujeres, porque así lo determina el Islam".

Sigamos. ¿De qué se pueda hablar con una teocracia medieval como la iraní? A propósito de ello, ¿se han percatado de que la corresponsal de televisión española en Irán, para no levantar las iras de los censores que espían cada uno de sus pasos, se cubre con un pañuelo cuando la filman al aire libre?

Dice, con buen tino, Élie Barnavi, que, "por desgracia, el laicismo no se exporta, ni tampoco la democracia"; y que "?entre las sociedades que respetan el laicismo, es decir, la libertad, y las que ni siquiera entienden lo que eso significa, hemos inventado el diálogo de civilizaciones".

Muy cierto, y, entretanto, nos toca ser testigos de cómo en nuestras ciudades gran parte de las mujeres islámicas se enfunda en túnicas hasta los pies y en pañuelos que camuflan y deforman. O nos toca oír cómo todo es una cuestión cultural que merece nuestros respetos. ¡Craso error! Cualquier sistema de creencias que no respeta los derechos humanos y la libertad individual es indigno de respeto. Podemos empezar por ahí, y luego, a ver si dialogamos.

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