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Miradas de la pobreza y la riqueza

Tengo delante dos fotografías que llaman a una reflexión sobre la realidad de nuestro mundo. La de mayor tamaño ofrece la cara de un niño de unos diez años y la otra, la de un hombre encanecido, con unas gafas que no sirven para ocultar su indiferencia con el primero.

el 14 sep 2009 / 22:47 h.

Tengo delante dos fotografías que llaman a una reflexión sobre la realidad de nuestro mundo. La de mayor tamaño ofrece la cara de un niño de unos diez años y la otra, la de un hombre encanecido, con unas gafas que no sirven para ocultar su indiferencia con el primero. Los ojos de cada uno revelan una historia. El niño, con el pelo revuelto y un churrete que va de la boca al carrillo derecho. La del hombre, la leyenda de un fracaso reconvertido en triunfo de interés personal. La mirada del infante es limpia, sincera e ignorante de su propio sufrimiento porque nunca tuvo la oportunidad de gozar de otro tipo de vida. Su mayor necesidad proviene del estómago, pero podría contar cómo pasa las frías noches de invierno cuando cortan el suministro de energía eléctrica porque sus padres no pudieron afrontar el pago de un recibo.

El triunfador es Manuel Pizarro, que fue presidente de Endesa con un par de méritos: cortar la luz a familias como las de este niño y enfrentarse al Gobierno utilizando la empresa de servicio público como poder fáctico. Tendrá su premio si el PP gana las elecciones, pero antes tuvo otro de dudosa moralidad: dos mil millones por abandonar la presidencia que ostentaba. Una duda que podrían aclarar Rouco y García Gasco si tuvieran la honestidad de fijarse en la cara del niño pobre.

Juan José Fernández Trevijano es periodista

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