Los encuentros que el festival SevillaFoto'08 promueve esta semana en colaboración con la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) tuvieron ayer una inmejorable apertura con Alberto García-Alix, una leyenda en España.
García-Alix (León, 1956), considerado uno de los cronistas imprescinsdibles de la Transición y reconocido con el premio Nacional de Fotografía en 1999, brindó a una sala abarrotada -y sofocada por las altas temperaturas- una amplia muestra de su obra en una proyección que ya mostrara recientemente en la escuela de Arles (Francia) acompañada por la música de Daniel Melingo.
Piezas añejas y sobradamente conocidas junto a producción reciente integraron el citado recorrido, donde abundan las jeringuillas de los años de la heroína, casapuertas y sórdidas escaleras, pero también los tupés de los rockers, las motocicletas y los tatuajes, los retratos de muy diversas celebridades -de la modelo Inés Sastre al actor porno Nacho Vidal, de la actriz Emma Suárez al músico Jai-me Urrutia- y el semblante de figuras anónimas. Pero entre unos y otros siempre el rostro tranquilo, tirando a adusto, de Alberto García-Alix, pero con una mirada siempre tierna y humana proyectada sobre sus eventuales modelos.
"Ver mis fotos ahora me produce una catarata de emociones y recuerdos muy poderosos. También mis limitaciones como persona, y mis errores", comentó el artista antes del comienzo de la proyección. Cuando vuelvo a verlas, lo que vuelve es mi vida".
Fogueado en la prensa posmoderna que tuvo en La Luna de Madrid su máximo apogeo, García-Alix fue editor de otra legendaria publicación, El Canto de la Tripulación, si bien ha colaborado para publicaciones tan distintas como Vanity Fair, Vogue, Star, El País o Cambio 16. Al recordar uno de sus primeros libros, Los malheridos, los bien amados, los traidores, el fotógrafo dijo que llegó a odiar ese volumen, "aunque ahora sea uno de los más buscados", concluyó.
