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Mis primeros viajes por Europa con el Real Betis

En el año 1982, el Real Betis Balompié tuvo una participación efímera en la Copa de la UEFA siendo eliminado por el Benfica. Dos años más tarde, también cayó muy pronto en un partido de vuelta discutidísimo en la ciudad rumana de Craiova.

el 25 nov 2009 / 09:02 h.

Grupo de directivos y periodistas en el aeropuerto de Ginebra en escala a Bucarest.

Rumbo a Europa. Había retransmitido los partidos de casa que el Betis había jugado en la Recopa ante el Milan, Lokomotiv de Leipzig y Dinamo de Moscú, pero no había hecho ninguno de los que se jugaron lejos de Sevilla. Mi primera oportunidad de viajar a Europa con el Real Betis Balompié se produjo en el mes de septiembre de l982 cuando jugó ante el Benfica la primera eliminatoria en el impresionante estadio Da Luz. He repasado los partidos del Betis en las distintas competiciones europeas y, desde entonces al año 2006, en el que jugó su último partido en Bucarest ante el Steaua, salvo en éste en el que viajó a Bucarest mi compañero Florencio Ordóñez, estuve presente en todos los partidos.

El viaje para la primera eliminatoria europea a Lisboa fue en avión, con un primer trayecto a Madrid y continuación a Lisboa, donde nos alojamos en el Hotel Alfa. Me llamó mucho la atención en el entrenamiento oficial, ver vacío el impresionante estadio Da Luz, que entonces tenía localidades de pie y superaba como el Bernabéu y el Camp Nou los 100.000 espectadores. Visitamos la sala de trofeos benfiquista. Dado que el más popular de los equipos lusos tiene un montón de disciplinas deportivas, la sala de trofeos es impresionante y, aunque conocía Lisboa, pude disfrutar de la monumentalidad y el costumbrismo de la preciosa capital de Portugal.

Tenía muy buen equipo el Benfica. Lo entrenaba el técnico sueco Sven-Goran Eriksson y el Betis, gracias a un gol del ‘Lobo' Diarte cuando ganaban 2-0 los lisboetas, se trajo esperanzas para el partido de vuelta. No pudo ser porque la superioridad del Benfica volvió a demostrarse en el partido de vuelta, jugado a final de septiembre de l982, cuando los de Eriksson repitieron victoria por 1-2 como en la ida y eliminaron al Betis. Aquel equipo lo entrenaba el húngaro Antal Dunai. Como Ferenc Szusza, hizo su carrera deportiva en Hungría, en el popular Ujpest Dozsa. Había sido Dunai un gran futbolista, internacional como dos de sus hermanos, y además había logrado el oro en el equipo olímpico en México. Vino a España a entrenar al Xerez Deportivo y, tras una muy buena campaña con los xerecistas, se incorporó a la disciplina del Betis teniendo un efímero paso por la casa verdiblanca. Tuve con Antal muy buena relación desde su etapa jerezana y le saludé años más tarde en Budapest, cuando en el año 1997 el equipo verdiblanco jugó ante el Vasutas. En aquel entonces, Dunai era el seleccionador nacional de los olímpicos magiares.

Con el Betis en Rumanía. Volvió el Betis a jugar la UEFA en el año 1984. El sorteo le emparejó con el Universidad de Craiova rumano. Un viaje extraño, larguísimo, en avión y por carretera que iba a depararnos enormes sorpresas, siendo la mayor un penoso arbitraje del austriaco Fanhler. Salimos un lunes y volvimos el jueves. Un primer tramo a Madrid para alojarnos en un hotel próximo al aeropuerto. Madrugón, porque a primeras horas tomamos un vuelo hasta Zürich, y desde allí tomamos otro de Swissair, que nos llevó hasta Bucarest con la primera sorpresa del viaje. No llegaron los bultos de la ropa de los futbolistas ni las viandas que iba a cocinar Mani, por aquel entonces entrenador de los infantiles béticos y propietario de la cafetería Heliopark, en sociedad con Javier López y Cardeñosa en los alrededores del Villamarín.

Primer drama. Búsqueda de zapatillas para entrenar en un parque cercano, a la espera de que aparecieran por la tarde las perdidas en el viaje. El cabreo de Paco García de la Borbolla y Luis Barón, los delegados de la expedición, era monumental por esta circunstancia, más el incómodo hotel y las comidas, pues también se extravió lo que pensaba cocinar Mani, y tuvo su culmen en el autobús que dispuso el Universidad de Craiova para llevarnos desde Bucarest a la ciudad donde se iba a celebrar el partido.

Los 240 kilómetros se hicieron eternos. Malas carreteras, curvas y más curvas, hasta el punto que tardamos cinco horas en hacer el desplazamiento. Después vino el milagro. Una vez eliminado el Betis, las carreteras parece que las mejoraron por la noche, dado que en la vuelta sólo estuvimos dos horas para hacer el mismo recorrido. Pésimo el hotel que dispuso el equipo. En aquella época los equipos del telón de acero hacían intercambios por no disponer de divisas y así compensar las enormes diferencias de precio que había en aquellos tiempos en unos y otros países.

En el aspecto futbolístico aquella eliminatoria fue un fiasco. De Sevilla, el Betis llevó un gol de renta, pero en aquel partido de vuelta, jugado a la una de la tarde, con un llenazo impresionante y con un arbitraje caserísimo del austriaco Fanhler, que anuló dos goles al Betis, uno de ellos de Rincón de forma increíble como se demostró por las imágenes de televisión, el resultado fue también de 1-0 y tras la prórroga, se llegó a los lanzamientos desde el punto de penalti, donde caería el Betis al fallar, desde los 11 metros, precisamente Hipólito Rincón.

Enfado monumental. Terminado el partido y con el enfado monumental de los expedicionarios, el embajador de España en Rumanía quiso aliviar un poco el estado de ánimo invitando al equipo y a los periodistas a una paella en la propia embajada y poniendo a nuestra disposición los teléfonos y los faxes para que pudiéramos enviar las correspondientes crónicas, que eran una auténtica odisea enviar desde los países del Este. En la embajada hubo un extraño suceso.

Un señor que hablaba muy bien español y que nos ayudó como intérprete, le invitó al desplazamiento Paco García de la Borbolla. En la embajada no advirtieron de su presencia y alternó con todos nosotros en la comida. Cuando lo advirtió el embajador se demudó en su rostro. El motivo era que podía haber pedido asilo político y quedar retenido en la embajada fuera de las autoridades rumanas. Afortunadamente, aquel señor cuando terminó la comida se marchó, como todos nosotros, de la embajada de España, para alivio de nuestro embajador que estuvo encantador con toda la expedición.

Salimos el lunes de Madrid en el viaje y no regresamos hasta la noche del jueves a Sevilla. En la vuelta hicimos un primer tramo desde Bucarest hasta París. En Orly volvimos a montarnos en el pájaro de hierro para venir hasta Valencia y en el último vuelo de la capital levantina arribar a Sevilla ya entrada la noche. Era el mes de septiembre de 1984 y hoy, en este tipo de viajes, se sale el día antes del partido y se regresa a su conclusión. No me cabe la menor duda que "los tiempos han cambiado una barbaridad", pero aquellos largos viajes tenían un encanto que hoy en el fútbol se ha perdido con los vuelos charter, en los que se combina la comodidad con la relajación para los futbolistas.

Después de aquellas experiencias primeras de los partidos de la UEFA, con el húngaro Antal Dunai y dos años después con el navarro Pepe Alzate, en las que el Betis no pasó de la primera eliminatoria, ante el Benfica y Universidad de Craiova, hubo que esperar once años para volver de nuevo a la competición continental en la etapa de Manuel Ruiz de Lopera y Lorenzo Serra Ferrer, en la que cambió de forma radical el comportamiento del equipo, hasta el punto de alcanzar el año 2006 la Champions League. Éstas serán otras historias que iremos viendo en próximos capítulos, en los que el Real Betis pudo ampliar sus resultados en las distintas competiciones continentales en las que intervino.

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