Cultura

Miuras que no parecieron tales

Los miuras brindaron a la postre el festejo más variado, el más entretenido de una Feria espesa; de escasos argumentos ganaderos y no pocos naufragios artísticos, que pesaba ya como una losa. Las temidas reses de Zahariche no fueron esta vez fieles a su fama más legendaria y saltaron a la arena del Baratillo brindado altas posibilidades de triunfo.

el 16 sep 2009 / 02:13 h.

Los miuras brindaron a la postre el festejo más variado, el más entretenido de una Feria espesa; de escasos argumentos ganaderos y no pocos naufragios artísticos, que pesaba ya como una losa. Las temidas reses de Zahariche no fueron esta vez fieles a su fama más legendaria y lejos del horror, terror y pavor de otras ocasiones, saltaron a la cansada arena del Baratillo brindado altas posibilidades de triunfo -por bondad, nobleza y clase- que no fueron del todo aprovechadas. Lástima que la flojera del sexto, quizá habría merecido la pena esperar algo más desde el palco, impidiera que se jugara entero este encierro que, sin ser tan completo como el de El Pilar lidiado el pasado sábado, no dejó que nadie se aburriera.

Y es que en la corrida hubo de todo. Hasta ese ajadete maletilla sudamericano que recorre todos los tentaderos y ganaderías del campo bravo sevillano que ya puede presumir entre los amiguetes de haberle dado tres o cuatro mantazos a un miura algo maltrecho pero con toda la barba. Siempre presto su particular puesta en escena, Padilla arropó al espontáneo antes de que fuera detenido por la policía nacional. Y es que a Padilla le va la marcha tanto como para salir vestido a la plaza con un chillón pijama de los chinos y esas patillas de contrabandista que completan su peculiar fachada.

El diestro jerezano había sorteado en primer lugar un toro mentiroso en el caballo al que lució al ponerle de largo en los dos puyazos que tomó sin emplearse del verdad. Posiblemente el toro había engañado hasta a su propio matador, que se las prometía muy felices después de cuajar un desigual tercio de banderillas en el que sobresalió un par clavado al violín quedándose en la cara. Y aunque el toro parecía noble y colaborador tampoco andaba sobrado de bríos y después de echarse hasta dos veces no quedó otro remedio que tumbarlo en espera de una segunda oportunidad.

Oportunidad que iba a ser de oro y que Padilla, al que nunca le faltó el ánimo y las ganas de agradar, no aprovechó del todo. Y es que el quinto de la tarde fue un toro que derrochó nobleza por ambos pitones para rebosarse con clase y cadencia por el izquierdo. Tardó más de la cuenta en verlo el ciclón de Jerez aunque llegó a acoplarse en un puñado de naturales bien dibujados que enseñaron la calidad del toro, que incluso fue a más en una larguísima faena que tuvo dos partes diferenciadas. Posiblemente Padilla venía preparado para otras guerras y aunque no llegó a apurar a este miura que se sintió artista, tampoco se le puede negar la miel de una oreja que le supo a gloria.

Imbuido en ese papel de supuesto maestro que algunos le han colocado, El Fundi -otrora, aguerrido legionario- volvió a renunciar a banderillear a sus dos toros para dejar de nuevo una actitud de extraño conformismo para un diestro modesto al que los halagos y la presunta y muy tardía maestría parecen habérsele subido a la cabeza. Y es que el de Fuenlabrada sorteó ayer el lote de mayores posibilidades escenificando una batalla que no era tal. Precavido en la probaturas, toreó a cien kilómetros del primero de la tarde, un toro siempre pronto, que embistió con bondad y clase en el engaño sin que el veterano diestro llegara a hilvanar una faena en la que sólo hubo algún natural suelto y sin hilo.

El Fundi volvió a repetir el mismo número ante el cuarto, al que se hartó de torear sin llegar a cuajarlo de verdad en un trasteo larguísimo y deslavazado en el que mezcló buenos muletazos con mil y una prevenciones sin ser capaz de estar a la altura de un lote para triunfar por lo grande. Grandes le han venido este año al madrileño sus dos comparecencias en una feria, para él, con ganado a favor. El modesto maestro parece ir ya de recogida.

Lástima que no le tocara ninguno de esos toros buenos al salmantino Javier Valverde, diestro de contrastada honestidad que no tuvo apenas opciones con el soso salinero -o quizá flor de gamón- que hizo tercero. Para colmo, le devolvieron el sexto y el bruto sobrero de El Serrano por poco le quita del tabaco. Y se acabó la Feria. Por fin.

  • 1