Local

Moral fiscal

Cuando los economistas se han puesto a estudiar las actuaciones ligadas al cumplimiento y fraude fiscal se han sorprendido al encontrar que, en este terreno, la gente no sigue una pauta racional en el sentido de hacer depender su comportamiento de una evaluación de costes frente a beneficios.

el 15 sep 2009 / 05:38 h.

Cuando los economistas se han puesto a estudiar las actuaciones ligadas al cumplimiento y fraude fiscal se han sorprendido al encontrar que, en este terreno, la gente no sigue una pauta racional en el sentido de hacer depender su comportamiento de una evaluación de costes frente a beneficios. Más en concreto, los trabajos empíricos demuestran que los individuos al actuar como contribuyentes no contrapesan fríamente, como hacen generalmente en sus decisiones de contenido económico, las variables que entran en juego (nivel de los tipos impositivos, probabilidad de ser inspeccionado y sancionado y cuantía de las sanciones), con el resultado de que terminan pagando más impuestos de lo que sería de esperar. O por decirlo de otro modo, actúan con una aversión extrema al riesgo.

La hipótesis con la que se pretende salvar esta aparente inconsistencia de la racionalidad es a través del concepto de "moral fiscal", entendida ésta como honestidad frente a Hacienda o predisposición individual a pagar los impuestos. Esto resulta tan trivial como están pensando: los economistas han descubierto que las motivaciones humanas no están meramente configuradas por los intereses materiales y que la ética personal, por más inaprensible que resulte, también juega su papel.

Esta de la moral fiscal es una cuestión que ha recibido poca atención en España, aunque en los últimos años empezamos a conocer trabajos de peso centrados en la cuestión. Ignacio y Santiago Lago, por ejemplo, han publicado este mismo curso un trabajo en el que se trata de explicar las diferencias entre individuos y países en su moral fiscal. Sus resultados más destacados son que ésta viene determinada por las características sociodemográficas, situación financiera personal y actitudes políticas. En segundo lugar, encuentran que la redistribución interregional dentro de los países explica esta moral, sobre todo en los países de tipo federal, en el sentido de que los individuos que residen en las regiones más ricas dentro de cada país tienden a mostrar niveles más bajos de moral fiscal. En tercer lugar, los niveles de presión fiscal nacional influyen sobre la moral fiscal a escala individual: a mayor presión fiscal o mayor crecimiento de esta, menor tiende a ser la moral fiscal de los individuos (sobre todo en los impuestos directos).

Sea lo que sea, comprender lo mejor posible y en detalle la influencia de este impulso a cumplir con esta obligación colectiva resultaría de gran importancia. Por de pronto a la administración tributaria, que estaría en situación de modular sus medidas de lucha contra el fraude a partir de este dato. Así conocería, por ejemplo, la oportunidad y la manera de diseñar políticas que incentiven la moral fiscal. Esto se me antoja decisivo para consolidar la confianza en sí mismo de los que cumplen y, ya que estamos, para contrarrestar la alarmante alegría con que se acogen las propuestas de bajadas de impuestos.

Por si no me creen a mí, recuerden que el mismo santo patrón del liberalismo Adam Smith, además de apostar por un sistema tributario diseñado en base a los principios de igualdad, justicia, conveniencia y eficiencia, destacó la importancia de la confianza en las autoridades para que el pago de los impuestos resultara sincero y voluntario, es decir, moral.

Catedrático de Hacienda

  • 1