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Moreno o el armisticio de la bronca política en plena crisis

La consejera de Educación será la portavoz del Gobierno andaluz en un momento de fuerte tensión política.

el 22 mar 2010 / 21:47 h.

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Vista ahora la primera crisis de Gobierno que Griñán acometió al relevar a Chaves hace un año, parece que lo que hizo entonces el presidente no fue elevar la Consejería de Educación en el organigrama del Gobierno, sino arrimar cuidadosamente a Mar Moreno a su mano derecha, sin dañar las susceptibilidades de Luis Pizarro. Entonces Pizarro aún era el hombre más poderoso del PSOE andaluz, después de Chaves. Moreno y él convivieron en la ejecutiva socialista, siendo ella vicesecretaria general de 2000 a 2004, y él secretario de Organización. Y su relación en aquellos años fue tensa. Pero después del congreso extraordinario, ninguno de los dos ocupa un lugar relevante en el partido, es Griñán quien mueve los hilos del partido y quien les ha señalado a ambos como los dos puntales de su Ejecutivo.

 

Cuando Griñán recuperó para su Gobierno a Mar Moreno, impregnó la cartera de Educación de un peso político del que carecía hasta entonces. Y lo subrayó con un discurso de investidura en el que puso por delante la educación, algo que se ha encargado de repetir una y otra vez. Moreno era y es la mujer con mejor cartel en la dirección federal. Zapatero la conoció bien cuando compartió mesa con ella en la ejecutiva federal. El presidente del Gobierno ha pasado este fin de semana por Sevilla, estuvo dos días enteros con Griñán y se marchó dejando clara su opinión sobre Mar Moreno en una entrevista en Canal Sur que se difundió 12 horas antes de que se hiciera público el ascenso de la consejera de Educación a número dos de la Junta: "Mar Moreno es uno de los valores más importantes que tenemos en el PSOE, pero de toda España".

Quizá por eso algunas voces en el partido dijeron hace un año que Griñán se había equivocado al ficharla: que la oposición no iba a dejar pasar el que Moreno hubiera sido señalada como posible sustituta de Chaves, y que lo utilizaría para cuestionar el liderazgo del presidente siempre que tuviera oportunidad. Otros, en cambio, pensaron que por esa misma razón Griñán la puso en Educación: una consejería con muchos frentes abiertos, con un trasfondo ideológico sobre el que la oposición carga a diario, donde cualquier crisis con padres y alumnos es capaz de desestabilizar y desgastar al titular de esta cartera. Pero en menos de un año no ha ocurrido ni una cosa ni la otra. Y no porque el PP no se haya esmerado en usar a Moreno como arma para herir las inseguridades de Griñán.

Moreno tiene la habilidad de recibir las críticas más duras devolviendo halagos a sus oponentes. Con esa estrategia los desarma o los desubica. Así ha conseguido en el Parlamento domesticar los ladridos de Javier Arenas o Esperanza Oña y convertirlos en piropos. La arena política es cosustancial a Mar Moreno. "El terreno de las ideas se me da bien", reconoce, "me sale más natural que la pura gestión". Alguien con ese valor político es quien hablará ahora en nombre del Gobierno andaluz, una "voz suave, comprensiva y comprensible", alguien con quien Griñán ya no teme compartir focos.

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