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Mucho más que una foto

La Concertación que se firma mañana no ha estado exenta de tiras y aflojas

el 22 nov 2009 / 20:31 h.

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Con interrupciones, han sido necesarias varias reuniones técnicas y de alto nivel para llegar a sellar el VII acuerdo.

No ha sido fácil y todos se han encargado de subrayarlo. Ninguna negociación lo es y aunque en Andalucía hay 15 años de experiencia en esto de concertar a tres bandas, la foto que mañana protagonizarán el presidente de la Junta, José Antonio Griñán;el de la CEA, Santiago Herrero;y los líderes de UGT y CCOO, Manuel Pastrana y Francisco Carbonero, se ha hecho de rogar. El anterior Acuerdo de Concertación Social expiró a final de 2008 y casi se agota el calendario de 2009 sin que llegara el séptimo. Pero con todo, los agentes socioeconómicos y el Ejecutivo andaluz pueden sacar pecho por lograr lo que a nivel estatal ha sido, de momento, imposible. Y no porque sindicatos y empresarios andaluces no tengan igualmente sus más y sus menos, sino por un ejercicio de responsabilidad que les ha llevado a combinar "la confrontación con el acuerdo".

En el camino, largo y con interrupciones, ha habido más de un órdago lanzado por patronal y sindicatos, un cambio de Gobierno y, sobre todo, una crisis que marcaba la agenda. Crisis que se refleja en el texto resultante, ya que una veintena de las 350 medidas acordadas tienen carácter coyuntural e inmediato pensadas en paliar sus efectos. El resto busca reformular el modulo productivo y estabilizar el tejido empresarial y el empleo para evitar envites futuros. Para ello, se pondrán sobre la mesa 19.000 millones de euros hasta 2013 y políticas que contentan tanto a UGT y CCOO -como la vinculación de las subvenciones a empresas a la creación y mantenimiento del empleo y la limitación de las ayudas a fondo perdido- como a la CEA, con líneas de avales para pymes y agilización de trámites.

El camino lo inició el por entonces presidente andaluz, Manuel Chaves, cuando allá por agosto de 2008, y en previsión de que el acuerdo anterior tocaba a su fin, convocó a sindicatos y patronal para hacer balance y abrir las negociaciones del nuevo. Pero se encontró con la nula disposición de la CEA, que exigió acordar un paquete de medidas anticrisis urgentes antes de sentarse a hablar.

Tensión. El diálogo se congeló, y las relaciones entre Junta y empresarios se tensaron entre peticiones a éstos de menos quejas y más arrimar el hombro. Mientras, UGT y CCOO empujaban para comenzar a hablar y miraban a Madrid. Temían que la patronal andaluza siguiera el ejemplo de la estatal con pretensiones de abaratar el despido que terminaron por romper allí en verano un diálogo aún no recuperado.

En febrero hubo una reunión en la que parecía que la CEA había ganado una batalla, al arrancar a la Junta el compromiso de cerrar un pacto específico y urgente anticrisis antes de iniciar una negociación que ya se preveía larga y difícil. Si bien en medio se produjo el relevo en la Presidencia, con la marcha de Chaves al Gobierno central, y la cosa quedó en un impasse. El recrudecimiento de la crisis también contribuyó a que el nuevo equipo centrara sus esfuerzos en planes de choque.

Ya con Griñán de presidente -como anterior consejero de Economía había liderado el diálogo- las partes fueron citadas en mayo por la nueva titular de Economía, Carmen Martínez Aguayo, y se abre el proceso que la Junta planea cerrar en dos meses. Los sindicatos fijaron incluso como tope el 15 de julio, aunque la CEA ya dudó entonces de que fuera posible cumplir ese plazo. La aceptación de la CEA a abrir el diálogo sin condicionarlo a pactos anticrisis, aunque sin renunciar a que mientras se vayan tomando medidas urgentes, invita al optimismo, pero las relaciones entre patronal y sindicatos se enquistaron en Madrid y también en Andalucía. UGT y CCOO amagaron con no firmar si los empresarios continúaban bloqueando e incumpliendo los convenios colectivos. Fue el momento más crítico. Se temía una ruptura total a semejanza de la estatal y durante todo julio se convocaron reuniones al más alto nivel y la Junta apretó a los agentes sociales para desbloquear la negociación.

Griñán quería firmar en octubre y la Junta logró que el problema de los convenios se mantuviera al margen, a diferencia de lo ocurrido en Madrid. Se crearon grupos de trabajo que se reúnen durante todo el verano para cocinar un documento al que los primeros espadas dieron finalmente su visto bueno el martes. Parecen muchos desvelos para buscar, como critica la oposición, la mera instantánea que, por otra parte, valoran no sólo el Gobierno sino los representantes de trabajadores y empresarios. Pero como toda foto fija no refleja el proceso que hay detrás. Ni delante, porque los agentes socioeconómicos ya han avisado que estarán vigilantes y esperan el compromiso de todo el gobierno y un cumplimiento del 100%.

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