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Muere a los 117 años la abuela del Vacie

María Díaz Cortés, la abuela del Vacie y seguramente la mujer más anciana de España, se fue sin hacer ruido recién cumplidos los 117 años. Tras toda una vida en el asentamiento chabolista, la anciana murió pocos días después de su cumpleaños, a finales de enero, decepcionada tras fracasar sus intentos de pasar el final de su vida en una vivienda digna.

el 16 sep 2009 / 01:22 h.

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I. Comesaña

María Díaz Cortés, la abuela del Vacie y seguramente la mujer más anciana de España, se fue sin hacer ruido recién cumplidos los 117 años. Tras toda una vida en el asentamiento chabolista, la anciana murió pocos días después de su cumpleaños, a finales de enero, decepcionada tras fracasar sus intentos de pasar el final de su vida en una vivienda digna.

La abuela del Vacie, que en otras circunstancias hubiera sido conocida en todo el país por su longevidad, murió en la pobreza en la chabola que se convirtió en el último de sus hogares en el asentamiento, al que llegó muy joven al casarse con un sevillano con el que tuvo cinco hijos. Su primer hogar lo construyó su marido en El Vacie con sus propias manos.

La mujer falleció por causas naturales poco después de su cumpleaños, el 4 de enero, pero el entierro fue íntimo por deseo de su familia, según explicó Ángel Montoya, el vecino que hace dos años trató de conseguirle una vivienda digna para que pasara sus últimos días alejada del ruinoso hogar en el que vivía con su hija y numerosos familiares.

Montoya recordó que la mujer había sufrido una enorme decepción al perder la casa que el Consistorio le ofreció cuando, al cumplir los 116 años, su caso salió a la luz. Por eso en su 117 aniversario no quiso visitas ni fotos. El año anterior su familia accedió a mostrar que María, que se pasaba casi todo el día acostada, vivía en una casa sin cuarto de baño ni agua caliente y dormía en un cuarto sin calefacción ni luz, expuesta a las plagas de insectos y ratas que genera la basura en El Vacie. Su paga de 300 euros era el principal ingreso de la familia, que quería evitar que acabara su vida en esas durísimas condiciones.

El Ayuntamiento le ofreció un piso de alquiler al que tendría derecho de por vida, pero la anciana renunció porque no podía mudarse con toda su familia y porque los suyos no querían quedarse sin casa cuando ella muriese. Alegaban que si se iban de la chabola del Vacie perderían también el derecho al realojo cuando la anciana falleciese.

Nacida en Granada en 1892, María llegó al Vacie al casarse con un sevillano, pero enviudó joven, con cinco hijos, y tuvo que ponerse a trabajar en el campo. En los últimos años había vivido con su hija Dolores, de 73 años, sus nietas y los maridos e hijos de éstas. Aunque hace cuatro años salía cada día a la puerta de la casa ya que su salud era buena e incluso cosía, los dos últimos los había pasado acurrucada en su cama, en una casa sin luz y con goteras, aunque también con un enorme televisor que a la anciana le gustaba ver. Aunque estaba debilitada, su hija insistía en que seguía teniendo un gran apetito y los mismos arranques de genio de toda su vida.

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