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'Muere un obrero y nadie lo paga'

Un día como otro cualquier su marido, su hijo o su hermano salieron para trabajar y nunca volvieron. Un andamio se cayó o una carretilla lo atropelló.Los abogados ya les avisan de que "no van a poder meter a nadie en la cárcel".

el 15 sep 2009 / 23:35 h.

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Un día como otro cualquier su marido, su hijo o su hermano salieron para trabajar y nunca volvieron. Un andamio se cayó o una carretilla lo atropelló. Han pasado años, decenas de sesiones con psicólogos y largos trámites con abogados (todo pagado de su bolsillo y sin haber recibido indemnización alguna) que, antes de que se celebren los juicios, ya les avisan de que "no van a poder meter a nadie en la cárcel". Los familiares de víctimas de accidentes laborales empiezan a organizarse para que los muertos del tajo no sean "meros números en las empresas" y los juicios se agilicen. En definitiva, para que su drama no caiga en el olvido y su primer paso será entregar firmas el próximo 25 de abril en el Parlamento andaluz para que la lucha contra la siniestralidad laboral pase a ser una prioridad en la agenda política.

"Los empresarios no tienen miedo ninguno porque están respaldados por la justicia. Saben que les puede caer una multa pero no tienen conciencia de que puedan entrar en la cárcel", cuenta durante una reunión con el Defensor del Pueblo David Castro. Su hermano falleció en enero del año pasado al caérsele la cabeza de una grúa mientras trabajaba en la construcción de una nave en la central térmica de Puente Nuevo, en Espiel (Córdoba).

María García perdió a su hijo en diciembre de 2007. Cayó cuando trabajaba en la presa La Breña II a cincuenta metros de altura sin red ni línea de vida. "Ya me han dicho muy claro que no van a poder meter a nadie en la cárcel. A los quince días lo tenían todo en regla y si los juicios no se hacen rápido, cuatro o cinco años después ¿dónde encuentro yo un testigo que declare que no había medidas de seguridad?. Encima la culpa la tenía mi hijo porque era muy arriesgado", relata emocionada.

Una carretilla atropelló en 2006 al marido de Ana Zapata cuando estaba echando la lona para dejar el camión que conducía antes de irse a casa, en Linares, y un camión era lo que reparaba el esposo de Feli Varo en el pequeño taller de Córdoba en el que trabaja solo, sin guantes ni equipo y donde en 1994 le encontraron sus sobrinos muertos al desprenderse parte de la chapa. Ambas, viudas y con hijos, siguen esperando justicia.

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