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Musas en la chatarrería

Si el arte es la expresión personal que interpreta lo real para transformarlo en algo bello, Paco Muñoz es un artista porque consigue convertir la chatarra en esculturas que evocan objetos cotidianos y elementos mágicos que llegan a su imaginación. Y todo esto sin ninguna pretensión de gloria.

el 15 sep 2009 / 22:40 h.

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Si el arte es la expresión personal que interpreta lo real para transformarlo en algo bello, Paco Muñoz es un artista porque consigue convertir la chatarra en esculturas que evocan objetos cotidianos y elementos mágicos que llegan a su imaginación. Y todo esto sin ninguna pretensión de gloria.

Un oficial de notaría que lleva más de 30 años dedicado a producir de los desechos de la chatarra objetos que sorprenden por su originalidad y su estética. Sin más artificio que ver más allá del metal. Ésta es la devoción de Paco Muñoz, un vecino de Paradas nacido en 1948 que, con ayuda de sus manos y un simple soldador eléctrico, convierte en una cabeza de ciervo el sillín y el manillar de una vieja bicicleta.

Su afición surgió de la nada hace 30 años, cuando una llave inglesa de su padre le inspiró. Desde entonces hasta ahora sigue con este cometido. Recoge el material para sus obras de tres herrerías del pueblo: "Me gustan las piezas cuanto más antiguas, mejor". Nunca altera su forma original. "No las corto, ni las limo: las adapto a lo que quiero crear", confiesa con pasión.

La inspiración le suele llegar fuera de la notaría donde lleva toda la vida trabajando: "Me gusta el campo, pasear... Siempre elijo los caminos más largos para retener más imágenes". Cuando le visitan las musas no pierde el tiempo y se encierra en su taller. Hay piezas más laboriosas a las que dedica incluso días. Otras llegan a su mente y nacen en 15 minutos. "Lo que no me deja nunca de funcionar es la imaginación", apunta.

Pero la afición de este hombre no es sólo contemplativa. Su estética tiene un importante contenido de ética y ya organizó, con ayuda del Ayuntamiento de Paradas, dos exposiciones para recaudar fondos para proyectos de cooperación internacional. En 2007 contribuyó con La Mandioca, una asociación con funciones en el Congo. En las últimas fiestas navideñas ayudó a la misión de Juan Benjumea en Ecuador. "Ésta es la mejor forma que se me ocurre para colaborar".

Si se le pregunta por el secreto del éxito de sus obras, que se vendieron como roscas en estas exposiciones, se sorprende. "Quizás sea lo que significa sacar algo útil de materiales que, de otro modo, no tendrían uso, y gente se conmueve con el concepto de fondo", interpreta.

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