Cultura

"Nadie nos ha enseñado nunca a comportarnos ante la muerte"

La reciente ganadora del Premio Nadal 2014, Carmen Amoraga, presentó ayer en Sevilla su novela ‘La vida era eso’, un libro que se adentra en los sentimientos que afloran tras la pérdida

el 11 feb 2014 / 21:02 h.

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La escritora y periodista valenciana Carmen Amoraga presentó ayer en la Biblioteca Infanta Elena su novela La vida era eso (Destino), flamante ganadora del Premio Nadal de Novela 2014, un libro de ficción que «partiendo de la experiencia de la muerte cuenta un aprendizaje de vida y detalla cómo la protagonista aprende a perder para aprender a vivir», aseguró ayer la autora en un encuentro con medios y lectores, quien añadió que «para sobrevivir hay que incorporar a tu vida cualquier cosa que te pasa, incluida la pérdida». En La vida era eso, Amoraga recrea la historia real de una mujer madre de dos niñas que queda deshecha tras el fallecimiento de su marido a causa de un cáncer y que encuentra en las redes sociales una vía de comunicación inmediata y multiplicadora para «transitar por el duelo». En este sentido, dijo ayer que su novela –que ha hecho coincidir con las fases del duelo descritas por los psicólogos: negación, ira, negociación, depresión y aceptación– es, por encima de cualquier otra consideración, «optimista con la vida, porque se trata de personajes que están aprendiendo a sobrevivir y al final consiguen vivir», y explicó que en este caso su protagonista «usa las redes sociales como una herramienta para vivir en un mundo virtual, en el que ella se siente más cerca de los que están lejos». Al hilo de lo anterior, la escritora valenciana aseguró que «vivimos en general solo reaccionando ante tragedias de mayor o menor grado», toda vez que resaltó que «solo escribe historias de gente corriente que protagoniza heroicidades corrientes que al final acaban siendo extraordinarias, como la de sobrevivir», por lo que dice que La vida era eso «no es la novela triste que algunos señalan, sino fuerte». Asimismo, Amoraga, periodista y autora de ocho novelas (entre ellas, El rayo dormido y El tiempo mientras tanto), no titubeó al confesar que se siente «plenamente satisfecha» con todo lo que ha pasado y afirmó sin rubor que su trayectoria «está muy vinculada» a los premios literarios, a los que se ha presentado siempre «con el objetivo de dar impulsos a su carrera». No obstante, reconoció que al Nadal se postuló con la firma determinación de ganar porque «quería darle la oportunidad» a estos personajes de los que «estaba profundamente enamorada, porque es la historia de gente a la que yo quiero, y porque a mí me ha enseñado muchas cosas mientras la escribía». Además, dijo que no sabe lo que va a pasar ahora, «solo que ya tengo mi renglón en la Wikipedia», destacó con irónica vanidad. «Llegados a este punto de expansión de la novela, el jurado para mí no son cinco personas sino los miles que espero lean el libro y les aporte algo a nivel personal», subrayó la escritora, quien confesó que estaba preocupada por el hecho de que quien la leyera pensara que es una novela bien escrita pero en la que se puede notar que no la autora no había pasado por la pérdida. Pero «estoy teniendo feedback continúo de lectores que han pasado por esa dolorosa experiencia y ellos coinciden al sentirse identificados con los sentimientos que hay volcados en el texto». Preguntada sobre cómo ha conseguido desligarse de las emociones que suscitan los personajes, Amoraga señaló que «no ha intentado» desligarse, y aunque dijo que, habitualmente se lo pasa muy bien cuando escribe, en este caso reconoció que también lo ha pasado mal, porque «es una novela que esta escrita muy desde las tripas»: “Mientras he estado en contacto con este material tan sensible me he dado cuenta de que pasamos mucho tiempo por la vida sin que la vida pase por nosotros», afirmó la escritora, quien aseguró que «en realidad desde que nacemos estamos perdiendo, la vida es una sucesión de pérdidas y de asimilar esa pérdida a nuestra vida cotidiana». De la misma manera, Amoraga afirmó que no tenía miedo de caer en el melodrama ya que el propio personaje de Giuliana lo ha evitado, porque «es muy duro, muy antipático, y muy asocial, pero con mucho sentido del humor, y una persona así te da una distancia que a ella le evita caer en el melodrama y por eso yo tampoco he caído al escribir su vida». Por último, Amoraga insistió en que La vida era eso es una novela de ficción, en ningún modo un libro de autoayuda, aunque también opinó que «parte de la base de que leer ayuda». «Yo he leído libros que me han ayudado a entender, o me han entretenido, y eso ya es una ayuda considerable, o me han hecho reflexionar y plantearte cosas te ayuda a crecer como persona».   cultura de la muerte. La escritora, especialmente interesada en abordad el fenómeno de la muerte, participó ayer de la idea de que «la psicología hace ver que “cualquier cosa que te pase (durante el duelo) entra dentro de lo normal”. Algo que no siempre llegamos a entender, ya que, según Amoraga, estamos inmersos en una sociedad en la que « al contrario de otros pueblos, nosotros no tenemos una cultura de la muerte desarrollada». «No sabemos cómo comportarnos ante la muerte, ni sabemos cómo reaccionar cuando son los demás quienes se enfrentan a ella», matizó. Además, cree que también escasea la «cultura del silencio». Esto hace que, al enfrentarnos ante alguien que ha sufrido el fallecimiento de un ser querido, lo que sale de nuestros labios son «frases hechas» y palabras «huecas». A lo mejor, «no es lo que la persona necesita oír», una idea en la que ahonda a través de cómo reaccionan los personajes con su protagonista, Giuliana, un personaje que «sobrevive antes que vive», conceptos que no son iguales aunque forzosamente el uno acabe llevando al otro.

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