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Ni cuando el vecino le sonríe

El cuarto puesto de la tabla, ese que permite competir con los mejores equipos del continente, ha exigido siempre un alto nivel y a día de hoy el Sevilla -tampoco el Atlético- no sólo no lo suele dar sino que a veces ofrece imágenes tan lamentables como la de anoche ante el Almería.(Foto: J. M. Cabello)
Vestuarios

el 15 sep 2009 / 03:28 h.

El cuarto puesto de la tabla, ese que permite competir con los mejores equipos del continente, ha exigido siempre un alto nivel a sus aspirantes, y a día de hoy el Sevilla -tampoco el Atlético- no sólo no lo suele dar sino que a veces ofrece imágenes tan lamentables como la de anoche ante el Almería.

Lo de ayer no fue un mal día. Días malos lleva muchos esta temporada, y no han sido fruto de la casualidad. Para pelear por cotas importantes se necesita nivel defensivo, calidad jugando la pelota y acierto ante el marco rival. Y soluciones. Y ayer el Sevilla no tuvo nada de eso. Encajó cuatro goles y pudieron ser más, y esto lo dice todo. Y no en acciones afortunadas, sino a causa de la superioridad de un Almería que, con un equipo formado por currantes del fútbol y un entrenador cualificado, le pasó por encima el mismo día en que el sevillismo quiso que el Betis ganara al Atlético, vio cómo lo hizo... y acabó yéndose a casa con una nueva decepción. Si el Racing pierde hoy, las cosas seguirán como estaban, pero nadie puede negar que hay mucho que cambiar. ¿Fallan los jugadores, Manolo Jiménez, o una mezcla de todo? Lo único cierto es que siempre falla alguien y eso antes no pasaba. Y los dirigentes lo saben bien.

Esta vez, Renato, pese a su aportación en los dos últimos partidos, cedió su puesto a Kanouté para jugar con dos delanteros. La apuesta no funcionó. Por detrás, Poulsen, que recuperó la titularidad en detrimento de Fazio y volvió a deambular por el campo. Como el equipo, el danés se fue a pique cuando la primera parte atravesaba su ecuador. Justo cuando amainó el espectacular y casi anecdótico temporal del Sevilla, que comenzó jugando y creando ocasiones de gol -Luis Fabiano. Keita, Capel, Kanoute- como en sus mejores noches... y desapareció en el minuto 24. El gol en propia meta de Daniel, cabeceando incomprensiblemente el balón a la red tras un centro de Soriano al segundo palo, fue clave.

Tras superar con más fortuna que resistencia el asedio inicial del Sevilla, el Almería se creció a base de jugar bien. Lejos de querer salir de los apuros a balonazos, lo hizo pensando y tocando. Poco a poco tapó sus resquicios, y con ello Capel y Navas, imparables al principio, se diluyeron. Negredo volvió a ser la referencia del equipo de Unai Emery, un equipo con todas las de la ley porque sus piezas rinden y saben siempre lo que hacer.

El autogol de Daniel no fue sino el inicio del fin. Antes del descanso, el poste repelió un remate de Soriano (10') y más tarde el disparo de Negredo tras un penalti cometido por David Prieto (30'). Con su error, el delantero mantuvo con vida al Sevilla, pero la falta de ideas, la precipitación y pifias como el remate de Navas en el minuto 45 impidió aspirar a algo al equipo de Manolo Jiménez.

Y el Almería no perdonó. Entre otras cosas porque cuando no falló Palop (0-2, m. 47, al despejar mal un balón y dejarlo a los pies de Negredo) lo hizo Mosquera (en esa misma jugada, en la del 0-4...) o lo hizo Prieto (0-3, m. 61, con fallo al despejar al centro, golpeando el balón en un rival y quedando para Ortiz). O Adriano, expulsado co roja directa por insultar (64'). Los cambios (Renato tras el descanso por Poulsen, Koné por Mosquera y Duda por Capel) no lograron cambiar las cosas, como tampoco el gol de Kanouté (72'), quien había fallado un penalti dos minutos antes.

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