El Betis no ganó al Hércules porque jugó la segunda parte con la lengua fuera y Víctor Fernández quiso que su equipo bajase una velocidad para no vaciar el depósito antes de tiempo. Por eso el Betis de Huelva, además sin Emana, no fue el Betis de Córdoba o de la semana pasada. Pero una cosa es jugar con una marcha menos y otra distinta, hacerlo al trote. No halló el Betis el término medio y la lentitud hizo inofensivas sus triangulaciones y casi nulas las ocasiones, aunque al menos fue mejor que el Recreativo durante algunos minutos e incluso se adelantó en su jugada más vertical de todo el primer tiempo.
El principio del segundo fue esperanzador para el Betis, igual de lento pero también igual de superior. Hasta que Capi e Iriney confundieron lentitud con inmovilidad y abrieron la puerta para que Emilio Sánchez entrase hasta el fondo con la connivencia de Carlos García. Y mejor no profundizar en lo que (no) aportaron los cambios o en lo que (no) hizo el Betis en superioridad. ¿De verdad el Recre tenía uno menos? Sólo intentaron algo los laterales, pero ya era demasiado tarde para correr. Y los demás, como siempre, estaban agotados. El Betis no encuentra el término medio y lo triste, y paradójico, es que sin embargo está en todo el término medio de la categoría y lejos, perdón, lejísimos de la zona de ascenso.
