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No todos los hiperactivos son iguales

Psicólogos de la Hispalense elaboran un juego para diferenciar los tipos de trastorno

el 04 may 2014 / 20:50 h.

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En la actualidad, los niños diagnosticados con hiperactividad son tratados inicialmente con fármacos estimulantes para equilibrar la dopamina, una sustancia que el cerebro libera naturalmente cuando funciona normalmente la parte que controla las actividades voluntarias y que se dispara en los niños hiperactivos ante estímulos predictivos que les hacen actuar sin control. Sin embargo, la base biológica de ese fallo puede ser distinta así como los estímulos que les hacen reaccionar, y entre el 15 y 20% de los niños diagnosticados como hiperactivos no responden al tratamiento e incluso les perjudica, al hacerles sensibles a la dopamina y, por tanto, con poca capacidad para controlar su comportamiento. Un equipo del Departamento de Psicología Experimental, dirigido por Juan Carlos López, ha observado esas diferencias en ratones y ha diseñado un juego para tablet destinado a tratar de diferenciar los tipos de hiperactivos en niños de entre 4 y 6 años ya diagnosticados pero aún sin tratamiento. Si su hipótesis se corrobora, otros especialistas tendrán la base para diseñar tratamientos diferenciados. El proyecto es para 4 años y la herramienta se está probando en una amplia muestra de población escolar de niños no hiperactivos con los que poder comparar los resultados cuando se aplique a los ya diagnosticados, según explicó el profesor López. El juego se basa en el condicionamiento pauloviano basado en la asociación de estímulos condicionados (acción-recompensa). Aparecen unas bolsas con dinero que se rompen y sueltan las monedas que el pequeño debe meter en una hucha con forma de cerdito para obtener un premio. Los niños hiperactivos no esperarían a que la bolsa se rompiera y apareciera el dinero pero unos intentarían directamente meter la bolsa en el cerdito, al identificar ésta con el dinero (estímulo predictivo)y otros se centrarían en la hucha considerando ésta el estímulo-meta. Los segundos son los que, en principio, no responderían al tratamiento tradicional. En ambos falla el lóbulo prefrontal, que controla las actividades voluntarias, pero mientras a los primeros los estímulos preditores les disparan los niveles de diopamina, que se equilibran con metilfenidato (principio activo del fármaco usado en el tratamiento de la hiperactividad) para activar esa parte del cerebro que garantiza el control de los actos, en los segundos los niveles de diopamina son bajos (al menos es lo apreciado en los ratones del Laboratorio de Conducta Animal y Neurociencia donde ha ensayado su hipótesis el equipo). Por ello, al ser tratados con estimulantes no solo no se soluciona el problema sino que, según López, puede hacerlos muy sensibles a la diopamina y «ser más vulnerables a enfermedades mentales o trastornos adictivos» al ser el metilfenidato un medicamento psicoestimulante. El objetivo es tratar de diferenciar los distintos tipos de hiperactividad antes de iniciar el tratamiento para buscar fórmulas adaptadas a cada caso y no usar solo uno que para algunos puede ser perjudicial.

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