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Noche de abanicos y bullicio en la calle Betis

Poco importaba que fuese día laborable, que hubiera que madrugar o que el bolsillo no ande para muchos despilfarros cuando se trata de divertirse y pasarlo bien.

el 25 jul 2013 / 10:11 h.

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Quizás por eso o por algún otro motivo que se escapa de lo racional, la Velá de Santa Ana presentaba anoche, cuando rebasaba su ecuador, un aspecto más cercano al cartel de no hay billetes que en otras jornadas anteriores. La imagen de la calle Betis desde la desembocadura del puente era el ejemplo más claro de este lleno. Desde la altura, la estampa era la de un mar de sevillanos que disfrutaban de la noche, esta vez con la inseparable compañía del abanico para intentar sofocar las altas temperaturas que se registraban. La calle Betis colgó el cartel de no hay billetes. La calle Betis colgó el cartel de no hay billetes. La Velá de la cucaña, los juegos tradicionales de cada mañana, las competiciones deportivas y el oasis cultural en el que cada tarde se convierte la parroquia de Santa Ana daba paso a una fiesta en la que el gran protagonista fue el cantante sevillano José Manuel Soto. Su concierto, uno de los más esperados (también de los más anunciados) de toda la semana generaba un lleno en el Altozano y sus calles aledañas que tampoco se había visto hasta ayer. Y Soto que sabe bien lo que para los trianeros supone esta fiesta quiso entregarles su música para llenar de compás el pórtico de entrada al barrio. Quizás por eso no acudió sólo, no es la Velá de Santa Ana un acto para prescindir de amigos. Mientras la música sonaba en el Altozano, las casetas eran un hervidero de buen ambiente y de calor. Ayer no hubo apagones protesta por el manido hilo musical unificado ni siquiera concentración de políticos en las casetas de los partidos como en la noche del martes. La Velá volvía a ser lo que tradicionalmente ha sido: la fiesta del pescaíto frito y las sardinas, las avellanas verdes, los puestos de buñuelos y las calesitas cercanas a la Plaza de Cuba. Hasta para tómbolas daba la cosa, como la del colegio Cristo Rey en la calle Betis y su incansable speaker, o la hermandad de Madre de Dios del Rosario en la calle Pureza. Al final, la Velá de Santa Ana tiene tantas caras que, por mucho que pasen los días, nunca dejará de sorprender al que la visita. Todavía le quedan dos días para comprobarlo de primera mano.

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