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Noche de oboes y disciplina

el 15 feb 2013 / 09:07 h.

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No cabía esperar de un concierto con obras tan poco interesantes sobre el papel unos resultados tan estimulantes y satisfactorios. El joven director polaco Michal Nesterowicz, actual titular de la Sinfónica de Tenerife y de la de Chile cuando nos visitó por primera vez hace algunas temporadas, supo imprimir en nuestro conjunto una disciplina férrea que se tradujo en una interpretación técnica impecable así como generosa en matices y sensaciones de cada una de las tres piezas programadas.

La orquesta supo encontrar el equilibrio justo entre el tono sobrecargado de la cuerda y las impactantes intromisiones de la percusión, que son lo único destacado de la revisión de la Carmen de Bizet, con breve incursión de L'Arlessiane, por el ruso Rodio Shchedrin; una suite cuya versión completa sí contiene un par de números más originales y apartados del título de referencia, que en esta ocasión fueron obviados.

El oboísta de la orquesta, José Manuel González Monteagudo, realizó un trabajo ejemplar e igualmente muy disciplinado del concierto de Strauss, recreando con acierto el virtuosismo rococó y el estilo neoclásico de una de las últimas composiciones del autor. Su visible nerviosismo no influyó en absoluto en su titánica y espléndida a la vez que amable interpretación. En la única de las dos sinfonías repudiadas por Bizet que sobrevive brillaron su inspiración natural, sus enérgicos ritmos y su vigor general, destacando su exótico y sensual adagio, con unos impagables Héctor Herrero y Sarah Roper combinándose también al oboe, y el carácter danzarín del resto de la obra.

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