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Nueva perspectiva

el 24 sep 2010 / 16:20 h.

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Nadie hubiera pensado que tras el contundente título La Torre del Oro, la directora tinerfeña Gloria Isabel Ramos Triano hubiera creado una composición de una abstracción tan medida. Ella tilda su música de “ecléctica” pero el regalo que le ha hecho a la Sinfónica de Sevilla con esta partitura —de más kilates de los imaginados– conecta con el momento actual de la composición, empleando un atonalismo libre con licencias percutivas que señalan tibiamente al mundo ya abiertamente españolizante de Rodrigo y Manuel de Falla.

El guitarrista Pablo Sáinz Villegas no es heredero del sonido cristalino y sereno de Yepes, más ello no es óbice para no valorar en su justa medida la destreza técnica que demostró y la pulcritud con la que ejecutó las cadencias del Concierto de Aranjuez, acompañado por la batuta dialogante de Ramos Triano, generosa en afectación pero de concisos y medidos resultados. Si en las Noches en los jardines de España pianista (Daniel del Pino) y directora no parecieron entenderse del todo: al primero le faltó un protagonismo más decisivo –sin llegar al carácter de concierto– y a la segunda un mayor esmero por no tapar la voz de aquel, fue en El amor brujo donde orquesta y maestra invitada dieron lo mejor de sí.

Desde luego es mucho más preferible escuchar esta versión de concierto que sustituye la voz por las frases del corno inglés –interpretado con brillantez por Sara Bishop–. Ante una música con tal carga de andalucismo en cada resquicio del pentagrama, Gloria Isabel Ramos optó por subrayar el carácter ora stravinskyano ora bartokiano de la pieza, enfatizó los contrastes y puso el acento allí donde otros sólo parecen entretenerse en el manido recreo de una obra de ecos agitanados en lugar de una obra enclavada en la música del siglo XX.

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