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"Nunca seré Camarón ni Poveda"

El líder de Elbicho, Miguel Campello, aprovecha el descanso del grupo para presentarse en solitario como ‘Chatarrero’

el 24 feb 2011 / 16:37 h.

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Miguel Campello, líder de Elbicho, en una imagen promocional de su nuevo proyecto en solitario.

Todavía andaban desconsolados los más fieles seguidores de Elbicho ante el anuncio del descanso del grupo (¡y menos mal que nunca se habló de disolución!) cuando el cantante Miguel Campello traía el consuelo de un proyecto en solitario, Chatarrero (a la venta el 1 de marzo), que sin duda mantendrá viva la llama bichera.

“Esto es una especie de capricho mío, aprovechando un momento en que Elbicho necesitaba una tregua”, explica el artista nacido en Elche en 1979, y afincado desde hace tres años y medio en Las águilas (Murcia), lejos del mundanal ruido. “En cierto sentido, es una prolongación del grupo. Instrumentalmente es distinto, pero la producción es muy familiar -no concibo nada que no sea así- y la actitud característica de Elbicho se mantiene”.

Tino di Geraldo (“el garante del compás”, dice Campello) y Guillermo Quero son los productores de Chatarrero, un disco en el que “cada tema tiene un trabajo personalizado, cada uno se ha tratado como algo diferente y particular.

"Se trata de un disco de canciones, no tiene nada que ver con el típico trabajo conceptual", advierte Campello, quien toma el título de “una mezcla de muchas cosas. Mi abuelo Antonio era chatarrero, y me inculcó muchas ideas, de modo que las letras son el resultado de ir recogiendo frases de aquí y allá. Mi cabeza es una chatarrería de palabras. Y como solía oír de niño, Para la casa, hasta las piedras”, agrega el músico.

Por otro lado, Campello no rehúye referirse a Elbicho como la culminación de un sueño que le ha llevado junto a sus compañeros a alcanzar metas que hace poco no se atrevía ni a soñar. Por ejemplo, ser considerados herederos de pleno derecho de los grandes del rock andaluz, a los que siempre veneró.

“Esa es nuestra base, aunque le añadíamos un montón de cosas más, Asfalto, Leño, King Crimson, qué sé yo... Lo seguro es que esa es una base muy sólida, y por lo mismo es muy fácil de enriquecer. También es verdad que, más que emular una forma de hacer música, lo que tomamos de todas aquellas bandas es la actitud, esa movida buenrollista, positiva, de encenderte un petardo y pasarlo bien en un concierto”, comenta el cantante.

Así han conseguido meterse en el bolsillo a rockeros, rastas y poperos, y hasta ganarse la consideración de los flamencos, tradicionalmente considerado un público difícil y exigente. “Creo que eso se debe a que nunca les hemos faltado el respeto, no nos hemos metido en ningún terreno que no nos correspondiera. Hemos cogido compases flamencos, por supuesto, pero ningún flamenco podrá quejarse de pervertir lo suyo. No hay nada burlesco en lo que hacemos, todo lo contrario, ni pretensión de cantar como nadie. Cada uno es como es, y yo ya sé que nunca seré Camarón, ni Poveda”, subraya.

Al frente de Elbicho, grupo nacido de la Escuela Popular de Música de Madrid, Campello ha conseguido llegar a lo más alto, tras 10 años de incesante trabajo. Tres discos de estudio; un directo y un recopilatorio, giras tanto dentro como fuera de nuestro país, y varias docenas de sus celebérrimos conciertos, alguno de ellos de más de cuatro horas de duración. Todo ello ha ido asentando una leyenda que, a día de hoy, nadie da por clausurada.

El cantante sonríe cuando se le pregunta si un éxito desbordante de Chatarrero podría incluso impedir la esperada reunión de Elbicho. “La verdad es que todo esto ha empezado como empezó Elbicho, sin esperar nada, sin ponerse metas, y será lo que tenga que ser. Nunca  interrumpiré el camino natural de nada, pero dudo que esto llegue a pegar un pelotazo como el de Elbicho. ¡Tendría que convertirme en Michael Jackson para superar eso!”, bromea.     

Escritor, pintor, músico, Campello es un espíritu inquieto que lleva toda la vida dando rienda suelta a su sensibilidad a través de muy diversas artes. “Pretendo que las cosas que pasen por mi cabeza no se queden sin hacer”, asevera. “Pero pensar demasiado tampoco es bueno. Hay que dejar de hacer cosas de vez en cuando, y dedicarse a descansar un poco”, apostilla Miguel Campello.

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