Cultura

Obras completas del Niño de la Huerta en edición de lujo

Lora del Río culmina el proyecto de reunir la producción de su cantaor

el 18 ene 2010 / 21:00 h.

El Niño de la Huerta.
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Algunas instituciones públicas como la Agencia del Flamenco y la Federación de Peñas de Sevilla, y empresas privadas de Lora del Río, se propusieron rescatar del olvido a un gran cantaor loreño, el Niño de la Huerta, con la reedición de su obra discográfica al completo.

Ayer fue presentada la obra en la Agencia del Flamenco con muy buen ambiente, y en cuya rueda de prensa Francisco Perujo hizo una defensa valiente de la época de la Ópera flamenca, la etapa de la historia del flamenco en la que destacó Francisco Montoya Egea, que así es como se llamaba el popular Niño de la Huerta.

Esta fase se inició a mediados de los años 20 y duró hasta que en los 50 comenzaron los festivales de flamenco en los pueblos, como los conocemos en la actualidad. Los flamencólogos de la cuerda del bronce han sido crueles con aquella época, pero, como bien dijo el director de la Agencia, "fue una etapa importante de difusión del flamenco, y de grandes artistas como el Niño de la Huerta".

Curro Montoya comenzó siendo seguidor de Chacón y el Niño de Marchena, sus principales maestros y referencias, pero sus éxitos discográficos, especialmente su célebre Romería Loreña (1935), lo convirtieron en un artista de una gran fama y con un cartel extraordinario en todo el país.

Nació en Lora del Río, en 1907. Le apodaron el Niño de la Huerta porque su padre, Luis Montoya Medrano, era trabajador de una huerta por la carretera de Alcolea, en la Vega.

Con el tiempo tuvo su propia huerta y es allí donde, según relata Miguel Castillo Guerrero en el libreto de esta magna obra, comenzó a cantar Curro Montoya, seguramente imitando a los jilgueros. No tardaría mucho en cantar por los pueblos con El Carbonerillo, Pepe Palanca y otros de su tiempo.

 

Animado por mucha gente se presentó en el Olimpia (1923), obtuvo un gran éxito y enseguida fue reclamado en Madrid y en toda España. En enero de 1929 grabó sus primeros discos para el sello Regal y tuvo tanto éxito, que podríamos hablar de un fenómeno discográfico de la época. Grabó estos primeros discos con el célebre guitarrista Niño Ricardo.

Como brilló en la etapa ya citada, los críticos lo encasillaron en los estilos hispanoamericanos y los fandanguillos, pero hizo muy bien otros muchos palos, como podrán comprobar oyendo sus obras completas. Lo grabó prácticamente todo, como buen cantaor que fue. Ya en sus primeros discos grabó malagueñas de Chacón y soleares, aunque es cierto que siempre destacó en las milongas y los fandangos, con un estilo absolutamente singular.

Hay que felicitar a la Peña Flamenca El Laurel, de Lora del Río, por el empeño que ha puesto en que esta obra salga a la luz. Se le ha hecho justicia a un fenómeno del cante andaluz al que opiniones sesgadas le han negado siempre el pan y la sal. A partir de ahora los aficionados de toda la vida recuperarán su recuerdo, y los más jóvenes, sobre todo los que cantan, descubrirán que un cantaor que grabó ochenta cantes no puede ser considerado uno del montón.

Murió este cantaor el día 6 de septiembre de 1964, como consecuencia de un terrible cáncer maxilar. Mal final para un hombre que fue, sobre todo, una buena persona, como afirma Miguel Castillo. Tenía sólo 57 años.

La empresa sevillana Fonotrón ha sido la encargada de remasterizar los discos de pizarra llevando a cabo, como siempre, un magnífico trabajo, como corresponde a la empresa más importante del mundo en esta materia.

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