Cultura

¡Olé! de cien años para el sin par Antonio El Sevillano

Antonio Pérez Guerrero El Sevillano podría tener hoy cien años si viviera. Pero murió en 1988 dejando huérfano al fandango y sin consuelo a sus amigos, que los tenía a manojos. Fue un fenómeno.

el 16 sep 2009 / 06:49 h.

Antonio Pérez Guerrero El Sevillano podría tener hoy cien años si viviera. Pero murió en 1988 dejando huérfano al fandango y sin consuelo a sus amigos, que los tenía a manojos. Fue un fenómeno.

Como era de esperar, el centenario del nacimiento de Antonio El Sevillano está siendo aplastado por los de Mairena y Caracol. ¿Y qué? El señor don Antonio Pérez Guerrero no fue un cantaor para conmemoraciones de aburridos flamencólogos, sino para disfrutarlo, como hicimos cuando vivía.

¡Qué sentido del humor tenía Antonio! En el entierro de Pepe Aznalcóllar, cuando todos los artistas que acudieron a darle el último adiós al maestro del fandango salían afligidos del camposanto, El Sevillano observó que el Niño de Fregenal venía agotado. Si a esto unimos que este cantaor siempre tuvo aspecto cadevérico, el golpe de gracia de Antonio no tardó en llegar: "Manolo, será mejor que te quedes aquí ya y así nos haces venir otra vez mañana al cementerio".

Así era el genio de la calle Macasta: alegre, divertido, amante del vino, el fútbol y las mujeres. Pero era sobre todo un cantaor como la copa de un pino, un estilista del cante, un artista con sello propio no sólo en el fandango, sino en todo lo que hizo. El fandango fue para él tan decisivo en su carrera que le restó importancia en otros estilos, como, por ejemplo, las soleares de Alcalá.

Fue el primero que puso en la etiqueta de un disco Soleares de Alcalá. Sin embargo, el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra no se ha acordado de él para nada en el Festival Joaquín El de la Paula, cuando El Sevillano fue tan alcalareño como los demás cantaores de esa tierra. No olvidemos que, aunque naciera en la calle Macasta, cercana a San Luis, Antonio se fue a vivir a Alcalá siendo un niño, y de ahí que le pusieran por apodo El Sevillano; ni que tuvo como uno de sus primeros maestros a Joaquín El de la Paula, con el que convivió mucho en las faldas del castillo. Y al Curilla, que tuvo su propio estilo de fandango. Pero Antonio nunca explotó su amistad con Joaquín El de la Paula.

El problema es que en Alcalá no camelan a los cantaores gachés, de ahí que estén tan olvidados Antonio El Sevillano y otro genial cantaor de la tierra como fue Bernardo El de los Lobitos.

El Sevillano fue un fenómeno cantando y también jugando al fútbol. Llegó a jugar en Real Betis Balompié, en Primera, donde era conocido como Pérez. Pero en plena República decidió hacerse cantaor profesional y grabar sus primeros discos, con los que dio la campanada.

Era, además, un gran y prolijoletrista, como puede comprobarse en la Sociedad General de Autores: Porque el lujo te gustaba/ tú te echaste a la mala vía, mujé/. Porque el lujo te gustaba./ Sin saber las consecuencias/ que el vicio te acarreaba./ Hoy el mundo te desprecia. Sólo por este fandango no vamos a olvidar nunca a este genio del cante.

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