Local

Oposición radical

El escritor leonés Julio Llamazares firmaba en 1992 un artículo titulado Sevilla en el que criticaba que las obras se concentrasen en Andalucía y que no hubiera competición deportiva asignada a España que no fuera a parar a orillas del Guadalquivir, sin mencionar para nada a Barcelona.

el 16 sep 2009 / 05:05 h.

El escritor leonés Julio Llamazares firmaba en 1992 un artículo titulado Sevilla en el que criticaba que las obras se concentrasen en Andalucía y que no hubiera competición deportiva asignada a España que no fuera a parar a orillas del Guadalquivir, sin mencionar para nada a Barcelona. No echaba cuenta de los años de marginación de Andalucía, precisamente cuando acababa de publicar la magnífica novela El río del olvido, pero se lamentaba como si fuera catalán del Ave a la ciudad en la que Cervantes comenzó el Quijote y Goya vino a recuperarse de la enfermedad que le dejó una secuela tan desgraciada como la sordera. Nadie contestó a Llamazares, que acusaba a Felipe González de arrimar el ascua a su sardina igual que Aznar a Madrid y Valencia con dinero andaluz de la UE. Quizás el silencio se debiera a que unas críticas similares o paralelas se venían imaginando en la calle Sierpes y terminaban cociéndose en ese tipo de tertulias que presumen de indiferencia a lo que llega de fuera. Son esas mismas que afirman con superioridad que como se vive en Sevilla no se vive en ninguna parte o desprecian Florencia o Praga sin conocerlas. Tienen idénticas razones que los demás para argumentar las innecesarias comparaciones, pero casi todas pertenecen al pasado, son con obras que como la Giralda, la catedral o la Torre del Oro vienen de otros momentos de la Historia.

No quieren ser protagonistas del presente, ni del que protestaba con cierta lógica Llamazares ni del que corresponde a esta década del siglo XXI. Se cachondearon del proyecto del Teatro de la Maestranza, aunque no tengan reparos en ocupar las primeras filas de asientos en cada opera, y se oponen radicalmente a la construcción de una biblioteca que revalorizará la cultura de Sevilla, o la de una torre opuesta a retomar anquilosis como la padecida de 1929 a 1992. Puede que tengan razón, que el famoso talento debe invertirse en folclore esteriotipado, en ocultar a Cernuda e ignorar a la decena de arquitectos sevillanos que triunfan por el mundo, pero esa será la Sevilla de su armismo, no la del alma que cargada de defectos contemporáneos merece la ciudad.

Periodista. daditrevi@hotmail.com

  • 1