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Toros

Oreja, un porrazo y sopor

Miguel Ángel León obtuvo el único trofeo de la tarde del emotivo quinto novillo de Villamarta. La vacada choquera echó otros dos utreros cargados de posibilidades de triunfo aunque el festejo se empañó con el percance de El Manriqueño.

el 26 may 2014 / 11:16 h.

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Resumen 16ª

de Abono 2014. Fernando Rey, Miguel Ángel León y Juan Solís 'El

Manriqueño' from Maestranza

Pagés on Vimeo.

Plaza de la Real Maestranza

Ganado: Se lidiaron seis utreros de Villamarta, bien aunque muy desigualmente presentados, destacando por sus hechuras el burraco segundo. El mejor fue el primero, bravo y alegre en la muleta. También sirvieron el manso cuarto, que tuvo calidad en la muleta y sobre todo el quinto, que tuvo mucha emotividad en el último tercio. No estuvieron al mismo nivel el bruto segundo y el soso e inválido animal que salió en tercer lugar. El sexto quedó prácticamente inédito.

Novilleros: Fernando Rey, de coral y oro, silencio y ovación tras dos avisos.

Miguel Ángel Léon, de rosa y oro, silencio y oreja.

Juan Solís El Manriqueño, de esmeralda y oro, silencio tras aviso en el único que mató. Resultó cogido por el sexto.

Incidencias: La plaza registró menos de media entrada en tarde progresivamente fresca. Saludó en banderillas Felipe Peña. Según el parte médico emitido por la enfermería de la plaza de la Real Maestranza, Juan Solís El Manriqueño sufre «un traumatismo costal derecho cerrado y una contusión en el hemitórax derecho». Fue trasladado a la Clínica Quirón-Sagrado Corazón para estudio radiológico. El pronóstico es reservado.

Largo, larguísimo resultó el frío festejo de abono que acompañó el cierre de los colegios electorales y la impresionante cola de doble vuelta –ahí no hay abstención– en las gradas de la Catedral para honrar a la Esperanza. Del Sagrario al Baratillo sólo hay que cruzar la frontera de la calle de la Mar pero el progresivo frío climatológico y el propio desarrollo del festejo dejaron un regusto que no pasó de agridulce.

Podríamos comenzar analizando el único trofeo que se lucró en toda la tarde pero sería mejor hablar primero de los tres novillos cargados de posibilidades que saltaron ayer al ruedo de la Maestranza. Fueron al menos tres. Dos de ellos enlotados en una misma bolita de triunfo grande y un tercero –que hizo quinto– con emotiva movilidad en la muleta que sirvió para que Miguel Ángel León –bien arropado por sus paisanos de Gerena– no dejara pasar la oportunidad.

León había sorteado en primer lugar –lo recibió a portagayola– un precioso burraco que enamoró por sus hechuras de zapato. Pero llegó a la muleta con cierta movilidad pero con aire bruto. Los toques bruscos y la falta de reposo de su matador tampoco ayudaron a templar ese temperamento que pedía otra cadencia. El novillero resultó enganchado por un muslo al entrar a matar aunque afortunadamente todo quedó en un feo siete en la taleguilla. El quinto, en cambio, resultó mucho más serio de presencia. Suelto en los primeros tercios, llegó al último tercio con una embestida vibrante, con cierto carbón, que se fue templando a lo largo de la faena. Todo lo que se le hacía al novillo llegaba inmediatamente al tendido y León se afanó en un largo y entregado trasteo en el que sí se echó de menos un mejor sentido de la colocación y de la composición del muletazo, que interpreta con la figura muy forzada. En cualquier caso, hay que felicitar al novillero. Supo aprovechar la oportunidad y amarró esa oreja con una estocada contundente. Ahora toca seguir en esa línea.

El lote de excelencias había caído en manos del novillero malagueño Fernando Rey, que dejó ir una oportunidad de oro para reivindicarse en el mejor escenario posible. El primer novillo de la tarde tuvo entrega, codicia y galope aunque acabara algo descompuesto. Pero tampoco ayudaron los tirones y los enganchones del chaval que no pasó de afanoso. El cuarto impacientó a las cuadrillas de puro manso. Hubo que cruzar las rayas para poder picarlo medio en condiciones pero después de huir por todos lados acabó centrándose en la muleta de Fernando Rey. Y el novillo escondía cierta calidad que su matador enseñó en una reveladora serie al natural. Pero Rey no fue capaz de seguir en ese mismo tono y aparecieron las dudas y las lagunas de planteamiento. Aquello se acabó desinflando antes de que se volviera a acordar de lo manso que era.

El Manriqueño se había mostrado naturalmente torero con el deslucido y manso ejemplar que saltó en tercer lugar aunque se atascó con el descabello. El sexto le cogió al tercer muletazo y le mandó a la enfermería con un palizón en las costillas y dificultades para respirar. Se le concede el beneficio de la duda. Habrá que verlo de nuevo.

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