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Otra muesca en su revólver

Menos de un año después de ser destituido por llamar "Negro, Atlético, Fraudulento" a Demetrius Alexander, Manel Comas retomó las riendas de Cajasol cuando nadie daba un duro por la permencia de la franquicia sevillana en ACB. Pero el carismático técnico obró el milagro de la salvación. Foto: El Correo.

el 15 sep 2009 / 04:10 h.

Menos de un año después de ser destituido por llamar "Negro, Atlético, Fraudulento" a Demetrius Alexander, Manel Comas retomó las riendas de Cajasol cuando nadie daba un duro por la permencia de la franquicia sevillana en ACB. Pero el carismático técnico obró el milagro de la salvación.

"Aquí, con perdón de la expresión, hace falta que alguien se cague en los putos muertos de algunos (...) Yo no puedo permitir que Demetrius Alexander deambule por el campo y no puedo permitir que se ría de mí un NAF. Traduzco la palabra: negro, atlético fraudulento (...) Estudiantes ha tenido dos cojones y nosotros, dos aceitunas". Así de enfadado estaba Manel Comas en febrero de 2007 después de una derrota en Madrid. Al día siguiente, se disculpaba y se autodefinía como "un BAF: bigotudo, absurdo fanfarrón", pero el incidente había sido lo suficientemente grave como para que la directiva del entonces Caja San Fernando decidiese destituirle.

Diez meses después,a mediados del pasado mes de enero, el Club Baloncesto Sevilla (bajo su nueva denominación de Cajasol) penaba en puesto de descenso con cuatro victorias y trece derrotas. El proyecto ideado por el onmipotente, y generosísimamente pagado, Oriol Humet y su guardia pretoriana granadina era un barco que navegaba rumbo a la LEB. Rubén Magnano, entrenador campeón olímpico con Argentina, había dejado el vestuario como un solar. Eso sí, durante su corta estancia había ofrecido un par de titulares llenos de ingenio.

Sólo un entrenador con agallas y un carácter de hierro que metiese en cintura a un plantel plagado de tipos indolentes (Kakiouzis, Bueno, Miles, el ciclotímico Ignerski) podía ser capaz de sacar al Cajasol del pozo. El presidente, Juan Carlos Ollero, desoyó los desatinados consejos de los profesionales, muy reticentes al regreso del sheriff, y cogió el toro por los cuernos: Manel Comas había vuelto.

Números de playoff. En su segunda etapa como entrenador del Cajasol, Comas no ha necesitado extravagancias para conseguir que sus jugadores lograsen una permanencia que, al final, ha resultado holgada. A tres jornadas para el final, la salvación era virtual; con todavía dos partidos pendientes, se certificó matemáticamente. El día de su presentación, el técnico catalán ofreció una receta muy simple para lograr "unos números de playoff, que son los que necesitamos para salvarnos".

Había que "dar hasta la última gota de sangre y saber que en una guerra, cada uno tiene su rol. No todos pueden ser capitanes generales". Dicho y hecho: Cajasol ha completado su mejor segunda vuelta desde el cambio de siglo y Comas ha encontrado a varios jugadores sobre los que construir una plantilla que aspire a cotas mayores.

La tarea, durante el verano, se antoja ardua pero existe la unánime opinión en Sevilla de que un club que no ha logrado penetrar en la epidermis de la ciudad en veinte años necesita a un tipo con el carisma de Manel Comas para no pasar completamente desapercibido a la sombra de los dos gigantes futbolísticos. Él tiene que tener la llave de las decisiones deportivas. Y la primera de ellas es discernir si merece la pena volver a contar con Elmer Bennett quien, a sus 37 años, ha sido el jugador decisivo en la buena segunda vuelta cajista. Si todos los jugadores tuvieran el compromiso del base y de su entrenador, otro gallo cantaría.

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