Cultura

Pablo del Barco: «La educación se ha convertido en un engranaje administrativo»

El poeta, con una amplia experiencia docente, escoge para cerrar la serie machadiana un poema de la primera época del sevillano, sus ‘Soledades’.

el 20 feb 2014 / 00:00 h.

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PABLO DEL BARCOAunque no se considera un poeta especialmente machadiano, Pablo del Barco se siente profundamente ligado al sevillano por muchos motivos. Uno de ellos es la docencia, que Del Barco ejerció y abandonó para dedicarse a otros menesteres, pero que ahora le hace inclinarse por un poema como Recuerdo infantil, «un homenaje a los pobres educadores por lo mal que lo están, que lo estamos pasando», dice. «He sido profesor toda mi vida», confiesa este burgalés afincado desde hace mucho tiempo en Sevilla. «Estos versos retratan al alumno con que empecé a trabajar hace muchos años, en Burgos. Eran aulas muy frías, sin acondicionar y sin apenas decoración: a lo sumo, el retrato deFranco, un mapa de España y poco más. Allí daban clase los viejos maestros de la República, gente con una gran formación y alto sentido pedagógico, pero también con una gran melancolía por todo lo ocurrido», recuerda. Estas evocaciones tienen más que ver conMachado de lo que cupiera imaginar. En su primer año como profesor en un seminario, «donde impartía Matemáticas, Geografía e Historia e Historia sagrada», DelBarco tuvo un encuentro asombroso: «Tropecé con Bonifacio Zamora, un sacerdote que fue albacea testamentario de ManuelMachado. Me invitó a visitar el convento donde vivía, añadiendo que me enseñaría algo que me gustaría: allí tenía manuscritos de don Antonio, cuadernos llenos de ceniza, pues fumaba mucho mientras escribía. Trabajé muchos meses con esos papeles, los fotocopié todos, incluso cosas no publicadas, y conocí mucho mejor la figura de Antonio Machado, su estética y su pensamiento», agrega. «Con timbre sonoro y hueco/ truena el maestro, un anciano/ mal vestido, enjuto y seco,/ que lleva un libro en la mano...», leemos en el poema, que a Pablo del Barco le parece simplemente «redondo, muy bien construido, y que además nos permite huir un poco del Machado más tópico, el de Campos de Castilla. No hace falta decir que ese libro me emociona, es mi tierra, la vivo a través de su palabra. pero este poema me ha gustado siempre: es sencillo, es emotivo, y refleja parte de mi vida profesional», comenta. El Machado que escribe Recuerdo infantil es el hombre joven que, con apenas 25 años, ha conocido en París a Rubén Darío, ha tomado contacto con Oscar Wilde y Pío Baroja, y ha entablado amistad con Juan Ramón Jiménez, además de empaparse de las clases de Henri Bergson, un pensador que le influirá considerablemente. Para Pablo del Barco, «ese primerMachado es seguramente el más puro», dice. Pero no es el único por el que siente devoción. Entre las preferencias principales del burgalés se encuentra el Juan de Mairena, «un libro completísimo, donde hay de todo, filosofía, política, poesía... Es el libro donde Antonio Machado toma una posición muy digna en aquella España que se desmoronaba», subraya. Y apunta a continuación: «Dejé la Universidad por desmotivación, porque sentía que la educación se ha convertido en un engranaje administrativo. Preocupa más el tema burocrático que el conocimiento y la pedagogía, no porque los maestros no quieran enseñar, sino porque no pueden, no tienen tiempo. Con el poema de Machado, lo que existe es una coincidencia con el espíritu de abnegación del educador, entonces y hoy», lamenta el escritor. El autor de títulos como 14 por 14 sonetos, Versounverso, Castilla bría y umbría, Poemas a lápiz o Agua al agua cree, no obstante, que su obra ha tomado un camino poético muy diferente al emprendido por don Antonio. «Lo que más me enseñó fue a saber mirar, a observar la realidad. A mirar lo profundo, y no quedarse en lo superficial, sino también entrar en lo íntimo, lo entrañable. También me transmitió un gran respeto por el alumno, por los demás en general. Asimismo, comparto con él el sentimiento de la Naturaleza, la revisión de la Historia que hizo, su claro inconformismo. Y ese considerarse a sí mismo con un apersona con defectos. sabía que hay que desconfiar de uno mismo para encontrar la verdad», enumera. Pablo del Barco, que está a punto de sacar de imprenta una traducción de otro Machado inolvidable, el brasileño Machado de Assis, confiesa por último que su corazón está más cerca del hermano de Antonio, Manuel. «Como creador poético me parece incluso superior. La gente habla del Antonio republicano y del Manuel fascista, pero no es verdad. Él me enseñó a entender la Guerra Civil desde otra óptica», concluye.

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