Se pongan como se pongan, en las cofradías, a excepción de acólitos, capataces y auxiliares, todos, absolutamente todos, tendrían que salir con la túnica desde la chorla a los pies, y en ello incluyo hasta los mismísimos bomberos de Nu-yor. La varita entre nazarenos con paisanos/as de chaqué, traje, vestidito de señora o uniforme, además de ser estéticamente horrible, no es lo nuestro.
A no ser que se desee convertir la cofradía en un desfile o exhibición carente de contenido; por lo tanto invitar, proponer o incitar al presidente de la empresa de lo que sea, o a un director general, alcalde (Santo Entierro aparte) o Chikilicuatre a que nos acompañe en nuestra estación de penitencia me parece estupendo, pero con túnica.
Verás Font, lo que pasa es que nos vendría muy bien -ya sabes lo que valen las cosas- que para la restauración del manto y la ampliación de la casa de hermandad, el secretario general de las Naciones Unidas, el presidente de la NASA, el del Real Madrid o sultán de Brunei nos apadrinara y a cambio le metíamos un sablazo y se acababan los problemas.
Bueno, hombre, vale, que salgan dando la cara; pero sólo esos, exactamente esos, no otros, o lo que es lo mismo, que los mandamases de aquí sí salgan con la túnica. A meros efectos mercantilísticos los que tendrían que pagar por salir y darse un baño de populismo son concejales y políticos (de Sevilla o Medellín, da igual), que son los que se llevan algo con el paseo y no al revés.
José María Font Ortiz es abogado.
