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Palomitas con champán

el 30 sep 2010 / 04:54 h.

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Figurarse que está en una maravilla como este teatro parisino no sale tan caro.

Si Rossini levantara la cabeza y viera que en pleno siglo XXI es posible asistir a la ópera sentado en un butacón de cine, con una inmensa pantalla por delante y unas palomitas tamaño XXL en las manos probablemente se volvería a la tumba o... ¿quién sabe? Tal vez sellaría un pacto con James Cameron para hacer cantar a los personajes de Avatar. Cábalas aparte, la posibilidad de disfrutar de una temporada de ópera internacional en los cines cada día cobra más fuerza y más adeptos.

Hasta no hace demasiado la única relación entre el bel canto y el séptimo arte era la parodia que del mundo lírico pergeñaron los Hermanos Marx en Una noche en la ópera. Sin embargo, la iniciativa de maridar ambos mundos, que en España puso en marcha Cinesa en 2001, despertó al comienzo un interés muy tibio de los aficionados y poco a poco ha ido congregando a una legión de seguidores. Este programa permite, por ejemplo, sin salir de Sevilla que, además de disfrutar con los títulos que ofrece el Teatro de la Maestranza, se puedan contemplar -en riguroso directo- montajes desde el Liceo de Barcelona, la Scala de Milán, la Arena de Verona o el Real de Madrid.

Es precisamente desde el principal coliseo madrileño desde donde hoy se retransmite en cuatro cines sevillanos (Cinesa Plaza de Armas, Cinesur Nervión Plaza, Cinesur Los Alcores y UCC Metromar), a partir de las 20.00 horas, la ópera Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny. Nada menos que la muy provocadora compañía La Fura dels Baus se encarga del montaje escénico de una obra, firmada por el alemán Kurt Weill a inicios del siglo XX, que pone el dedo en la herida del capitalismo, en la lucha de clases y que la protagonizan trabajadores humildes. Algunos dirán que no tiene el glamour de Tosca, pero más al hilo de la actualidad es imposible.

¿Que cuánto cuesta el invento? Entre 16 y 18 euros. Algún desconfiado dirá que ha visto entradas disponibles por 8 euros pero esta barra de medir es falsa. Súmese los gastos de desplazamientos al teatro de turno (hoy toca Madrid pero en un par de meses hablamos de Berlín...) y el hándicap mayor de toda entrada baratita: por 8 euros en el Real madrileño podrá contemplar una hermosa columna que le impedirá la visión del escenario.Visto así el precio ya empieza a parecer más asequible.

Añádase un cúmulo de comodidades. Al cine puede usted ir trajeado como le guste (siempre suponiéndole el más elemental decoro) ya sea con calzonas y camiseta del Betis que puesto de punta en blanco por Armand Bassi. Y en los intermedios (que los hay, ¡estamos en la ópera!) puede usted elegir entre avituallarse con palomitas y cola de a litro o hacer una escapadita a por un montadito. En algunos cines hasta ofrecen champán para que la sensación de vivir la lírica sea aún más intensa.

Quienes hace unos años clamaban que la ópera no era cosa de cines luego han ido cerrando sus bocas con cremallera ante el ingente aluvión de títulos en dvd y ante el hecho, incontestable, de la ópera en pantalla grande. Hoy le toca el turno a la muy poco difundida Mahagonny (que se verá simultáneamente en 127 salas de Europa) pero Cinesa y Cinesur tienen en la recamara un buen ramillete de títulos que harán las delicias sonoras de aficionados de postín y melómanos que todavía balbucean en esto del arte canoro. Don Giovanni (Mozart) -21 de octubre-, Madame Butterfly (Puccini) -11 y 16 de noviembre-, El lago de los cisnes (Chaikovski) -23 de noviembre-, La Valquiria (Wagner) -7 de diciembre- y La Traviata (Verdi) -16 de diciembre- son, por ahora, los primeros títulos seleccionados. Permanezca atento a la cartelera.

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