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"Para los discapacitados se ha legislado mucho; ahora toca cumplir las normas"

el 08 sep 2012 / 18:36 h.

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María José Flujas (natural de Almería) es la responsable de protocolo de la ONCE y la delegada territorial en Andalucía de la Asociación Española de Protocolo (AEP). Defensora de las buenas maneras, recalca que la AEP está haciendo “un esfuerzo muy importante para que todos los actos que se organicen sean accesibles a los discapacitados. Todos los profesionales estamos muy concienciados en esta materia”.

–¿Se han perdido las buenas maneras?
–En muchos ámbitos sí. Antes los padres enseñaban modales: cómo sentarse a la mesa, tratar con respeto a los mayores... El saludo, por ejemplo, se ha perdido. Creemos que los buenos modales han pasado de moda, pero son esenciales para la comunicación.

–¿Es el fenómeno cani el peor enemigo de las buenas maneras?

–No es el único ni el peor. El protocolo y las buenas maneras se han desprestigiado, se les considera cursilerías. Los más progres los vinculan con prácticas de la derecha. Pero el protocolo no es solo saber comer bien y coger bien los cubiertos.

–¿El protocolo no entiende de ideologías?
–Por supuesto. Es cuestión de saber estar.

–Usted de formación, entre otras cosas, es maestra. ¿Las buenas formas se enseñan desde pequeño?
–Desde luego. Desde bien temprano hay que enseñarles a saludar, a decir gracias, a pedir las cosas por favor... Quizás los padres son ahora más permisivos porque al tener menos tiempo para estar con sus hijos entienden que deben pasar más la mano. Eso es un error. La educación de los pequeños no es cosa solo del padre y la madre. También intervienen los abuelos, los tíos y la escuela.

–No se trata entonces de volver a las clases de urbanidad pero sí de enseñarles a comportarse en sociedad.

–A los niños hay que darles criterios, no clases de disciplina militar. Es bueno para ellos. A mí me choca sobre todo el asunto del lenguaje. Con los sms, los jóvenes no redactan bien y esto da muy mala impresión. Terminan presentando currículos con faltas de ortografía. Esto echa para atrás. La primera impresión que causamos es fundamental.

–Lleva vinculada a la ONCE desde 1986, ¿la sociedad trata ya con normalidad al colectivo de discapacitados?
–La ONCE y su fundación han hecho mucho por el colectivo y su normalización. En 1986, se les trataba con lástima, con paternalismo. Había niños con 12 y 13 años que estaban encerrados en sus casas porque sus familias se avergonzaban de ellos. Estaba muy arraigado entonces eso del castigo divino. La integración laboral de los discapacitados también ha jugado un papel esencial en que sean vistos con normalidad. Ya no son los “pobrecitos”. Los discapacitados participan, eligen, compran... Tienen sus derechos y los ejercen.

–En el proceso de normalización las administraciones son las que más se han volcado pero ¿y las empresas? ¿Qué papel están jugando?
–Las empresas están descubriendo ahora a este colectivo. En este país se ha legislado mucho, hay muchas normas para preservar los derechos de los discapacitados. Ahora lo que hay que hacer es cumplirlas. Muchas empresas no cumplen con el porcentaje de discapacitados que tienen que tener en sus plantillas. No los ven todavía como trabajadores. No son superhéroes, pero nosotros tampoco.

–¿Cuál es el mejor protocolo para atender a un discapacitado?
–En un acto oficial todo tiene que estar adaptado y previsto. Hay que actuar con normalidad. Lo estético, además, no está reñido con que un acto sea accesible a los discapacitados.

–¿Y cuál sería el peor error?

–No darles el lugar que les corresponde y tratarlos como personas de segundo nivel. Hay que cuidar el lenguaje y no atenderlos porque tengan una discapacidad. Hay que dejarles que participen y ofrecerles siempre alternativas para, por ejemplo, ir a recoger un premio.

–Los medios ejercen una labor educativa en este sentido al mostrar a responsables políticos con algún tipo de discapacidad pero ¿hasta ahí llega el trabajo que pueden realizar?
–Hay cosas que están arraigadas y que son difíciles de eliminar. Por eso hay que hacer un esfuerzo adicional. Los medios no deberían destacar que son héroes por ser discapacitados sino por su trabajo.

–¿Sevilla es una ciudad accesible?
–Bastante. Sevilla destaca, y me encanta, por cómo defiende su patrimonio y por cómo hace que esté abierto a todos. Lo hizo con el tranvía, con el Metro, con los carriles bici... Zoido tiene una oficina de accesibilidad en Urbanismo. Se han hecho muchas cosas.

–¿Es quizás en transporte donde hay que avanzar más?

–Quizás haya que mejorar mucho en cuanto a la práctica de aparcar en cualquier sitio y en la proliferación de veladores, con la que no se respeta el ancho de vía necesario para que pasen los viandantes, sean estos discapacitados o no. También hay que reservar más plazas de aparcamiento para ellos. Nos debemos concienciar todos.

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