Cofradías

Parecidos razonables

Los rasgos de los vecinos de Morón de la Frontera pasean por la geografía española en las facciones de las imágenes que moldea el escultor Manuel Martín.

el 29 mar 2014 / 23:30 h.

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El imaginero Manuel Martín guía a Sergio, su modelo, para captar todas los detalles de sus facciones. / María Montiel El imaginero Manuel Martín guía a Sergio, su modelo, para captar todas los detalles de sus facciones. / María Montiel Se acerca la Semana Santa y por toda España pasearán las imágenes titulares de las diferentes hermandades. Unas imágenes que, en ocasiones, guardan exacta similitud con los vecinos de Morón de la Frontera. El escultor Manuel Martín Nieto es el responsable de este parecido más que razonable, puesto que ante un encargo busca entre sus conocidos la cara que será el rostro de sus obras. El trabajo de Manuel comienza cuando finaliza la Semana de la Pasión. Es entonces cuando Martín Nieto empieza a barajar los nuevos bocetos de sus futuros trabajos. Unos ojos bonitos, unos labios diferentes e incluso una frente peculiar son algunos de los rasgos que inspiran las imágenes que luego esculpe este joven imaginero. Un perfil que, en ocasiones, identifica perfectamente «en el rostro de algún amigo, aunque en otros casos me encuentro por casualidad en la calle algún rasgo especial que puede ser perfecto para la imagen en la que estoy trabajando». Un proceso artístico que necesita una implicación muy personal de los modelos, quienes encantados aceptan la tarea que les encomienda el artista. Aunque para esculpir las imágenes titulares no utiliza este método «de copia», ya que para ellas «hay algunos condicionantes a seguir como la escuela sevillana, los grandes maestros de la imaginería e incluso la identidad propia de cada escultor», en las secundarias, toma como modelo a vecinos y conocidos. En ocasiones haciendo un boceto de la imagen real, aunque en otras tallas solo se sirve de algunas facciones, como los ojos, la boca e incluso «algún pómulo bonito de algún amigo». De esta manera, la calle Pósito es un constante trasiego de vecinos que posan para futuras creaciones. Sergio Cruz ha estado una semana posando para ser un Ángel muy especial. Él conocía el trabajo que realizaba Manuel, sin embargo la oferta le hizo una tremenda ilusión, «principalmente, por la gran satisfacción que supone que mi imagen quede para la posteridad». Paco y su reproducción en talla cofrade. / María Montiel Paco y su reproducción en talla cofrade. / María Montiel Una obra magnífica que se marcha para Alcaudete y que ha sido tremendamente aplaudida por la familia de Sergio. Por otro lado, Paco Pérez es el rostro de uno de los integrantes del Paso de Misterio del Descendimiento de Tabarra. En concreto, José De Arimatea, un personaje que Paco ha representado con exacta expresión, «dejándome incluso la barba necesaria para caracterizarme como el personaje». Estos improvisados modelos asisten a su jornada de trabajo recibiendo instrucciones del maestro sobre cuál es la postura de la cara o las sensaciones que deben transmitir. Una tarea pesada y complicada que, según Manuel, «siempre aceptan de buena gana y con ilusión». Un trabajo gratificante para el artista, quien considera que esta forma de esculpir es más complicada «ya que siempre se intenta beber fielmente del modelo real, captando todas las arrugas y expresiones de la cara». Unas tallas minuciosamente estudiadas y representadas fruto del importante trabajo de este moronense a quien las musas siempre lo encuentran trabajando. De hecho, reconoce que hay que estudiar muchos paisajes iconográficos para saber reflejar exactamente algún momento de la Pasión. La música, la fe y los grandes maestros son fuente constante de inspiración en este joven artista. Aunque no tiene ninguna obra preferida, admite que algunos trabajos le han marcado más que otros, como la Oración en el Huerto, que fue la primera Hermandad de Morón que creyó en él o el crucificado del Perdón de los Panaderos en Sevilla, «la gran obra que me dio a conocer como artista». Manuel Martín se inició en el mundo de la imaginería siendo muy pequeño. Aunque en su familia no hay antecedentes artísticos, el trabajo de ebanista tanto de su padre como de su abuelo ha marcado enormemente al imaginero, quien en el colegio destacaba en las asignaturas plásticas y artísticas. No obstante, fue de manera casual como descubrió su gran vocación. Comenzó como aprendiz de talla decorativa con Juan Bejarano y fue la casualidad la que hizo que un día visitara el taller de su primer maestro, Manuel Hernández León. Allí descubrió que «esto era lo mío». Posteriormente, siguió aprendiendo de la mano de José Antonio Álvarez Arteaga, hasta dar sus primeros pasos como imaginero.

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