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'Parker. El cazador': una fría venganza

el 26 mar 2010 / 18:22 h.

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Al mirar hacia atrás y ponderar lo que el pasado año llegó a dar de sí en lo que a cómics se refiere, todo el mundo se pone de acuerdo en que, con respecto a lo publicado en Estados Unidos, tres son los títulos que coronan la lista de los diez mejores del año: George Sprott (Random House Mondadori, 64 páginas, 17,90€), la magistral obra de Seth, de la que no pudimos llegar a hablar por aquí; Asterios Polyp (que publicará en nuestro país Sins entido), soberbio trabajo de un supino David Mazuchelli del que hablaremos en cuanto se edite por estas tierras; y, cómo no, este Parker, el cazador que ahora publica consu habitual esmero la editorial Astiberri (elegida por una conocida página web sobre cómics como la mejor editorial de 2009).

Adaptada un par de veces al cine (la última fue la estupenda Payback protagonizada por Mel Gibson), esta versión de Parker supone la primera en la que se respeta el nombre que Richard Stark (seudónimo bajo el que firmaba Donald Westlake, nominado al Oscar por Los timadores) otorgó originalmente a una de sus más conocidas creaciones. Y si bien el nombre de Westlake/Stark es relativamente fácil que pueda resultar familiar, el de Darwyn Cooke no lo es tanto a oídos de los neófitos en el mundo del cómic.

Proveniente del mundo de la animación (trabajó en las series animadas de Batman), Cooke irrumpió en el noveno arte con una historia sobre el hombre murciélago que ponía de manifiesto su capacidad narrativa y un desaforado gusto hacia la estética de los años 50. De hecho, todos y cada uno de los trabajos que el artista ha cuajado desde entonces han hecho hincapié en mostrar este amor, ya sea en su breve estancia en Catwoman, como en su magistral The new frontier o el arriesgado proyecto que fue querer arrancar de nuevo con el Spirit de Will Eisner.

Y si en todos estos ejemplos Cooke demostraba sobradamente ser uno de los talentos más valorados en la industria norteamericana en lo  que respecta al mundo de los superhéroes, con Parker ha logrado llegar más allá, consiguiendo ser tenido en cuenta como uno de los mejores narradores que en la actualidad podemos encontrar en el cómic yanqui: su prodigioso trazo (muy influenciado por la estética de los dibujos animados) capaz de capturar las sombras como sólo unos pocos elegidos saben hacerlo (me vienen a la cabeza Bernet o Toth) sirve a la perfección a una historia que es epítome del género negro con un personaje principal más frío que el hielo que busca venganza contra los que lo traicionaron. Los tonos grises y azulados que Cooke usa para plasmar el ambiente en el que se mueve la acción trasladan a la perfección lo crispado y gélido de la misma, potenciando este carácter gracias a los constantes cambios de narrador y la soberbia definición que el autor hace del gran personaje que resulta ser ese antihéroe llamado Parker.

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